¿Les parece a ustedes lógico que una persona se atreva a escribir algo sobre un libro que no ha leído? Lo normal, me parece a mí, es que la respuesta del lector sea negativa. Y, sin embargo, es ese el trabajo que estoy comenzando ahora.

Diré primeramente que el libro lo escribió mi prima Yanet Acosta, nacida en el barrio garachiquense de San Juan del Reparo (o La Culata, si ustedes lo prefieren), cursó bachillerato en el Instituto de Icod de los Vinos, y luego, como la cosa más natural del mundo, se fue a estudiar periodismo a Madrid. Y en Madrid continúa ya con su carrera terminada. Ha trabajado en varios periódicos, ha cumplido misiones importantes, dentro del periodismo, en Europa y América y, de vez en cuando, viene a vernos porque la tierra llama.

Un día me apareció con su primer libro, una novela titulada "El chef ha muerto". (Ahora que recuerdo, no es este su primer libro sino el segundo). A Janet nunca le he dicho que no leo novelas porque soy muy mayor y se me olvidan, cuando voy por la mitad de la lectura, los nombres del personaje principal y de algún otro, aunque salga en el primer capítulo y en los dos o tres primeros. Uno está así y no hay que darle más vueltas. Pero, por si no fueran bastantes estas cosas de mi memoria, en la novela de Yanet, que tiene 211 páginas y 24 capítulos, sucede que se trata de lo que se llama novela negra. O negra, urbana y canalla, como se puede leer en la portada del libro.

Hace ya dos años que la tal novela está muy guardadita en mi biblioteca. He intentado leerla varias veces, más que nada por cariño a Yanet, no por la novela en sí. Y ocurre, amigos, que, a pesar de ese cariño del que les hablo, la lectura me pone, no solo nervioso, sino hasta de mal humor. Yo sé que Yanet no tiene la culpa, pero las cosas ocurren así y no hay que darles más vueltas.

La novela tiene un prólogo del escritor argentino Carlos Salem, un señor al que no conozco pero del que sé que ha escrito varios libros (algunos traducidos al alemán y al francés) y ha ganado no sé cuántos premios, señal muy a tener en cuenta, me parece a mí. Según el escritor, el libro de mi prima Yanet encierra una gran humanidad y dice que la autora sabe utilizar la ironía y la ternura al mismo tiempo, sin dejar por ello de ser despiadada. Si lo dice don Carlos Salem debe ser cierto, así que me callo y no hago ni el más mínimo comentario. Bueno, comentario sí porque a mí me parece difícil que congenien dos palabras como ternura y despiadada, que a mí me parecen casi antagónicas. Además de ser, una, adjetivo y otra, un nombre abstracto.

Yo quisiera preguntarle a mi prima Yanet por qué se le ha ocurrido esto de escribir una novela negra. Como espero que venga cualquier día por aquí, ya tendremos ocasión de hablar del asunto. De todos modos, ya ven ustedes cómo se puede escribir un artículo -este, por ejemplo- sobre una novela sin haberla leído.

Aunque me da la impresión de que más de un crítico hace lo mismo, lo cual no deja de ser una falta de respeto al autor. Como verás, Yanet, de tu novela no hablo. Ya me la contarás cuando regreses. Y yo aprovecharé el momento para rogarte que procures, si te es posible, que tu próximo libro no trate de estas cosas.

Tienes que perdonarme, Yanet, por algunos de los comentarios que hago al hablar de tu libro, pero me permito tales libertades, y tú lo sabes perfectamente, porque en casa te apreciamos mucho.