La avalancha de foráneos -sobre todo europeos, españoles incluidos- que invaden nuestras Islas ponen una vez más en evidencia los estragos de la libre circulación de personas impuesta a Canarias desde el mismo momento en que España nos metió de cabeza en el Mercado Común de la época, agravada por la política colonial española de permitir la entrada (¡como turistas!) a personas de fuera de toda clase y condición, tales como magrebíes, asiáticos, sudamericanos y de otras latitudes, hasta el extremo de que Canarias parece una inmensa torre de Babel.

A ello contribuye la indefensión político-jurídica de nuestra tierra, supeditada a los dictados de la metrópoli y dada la imposibilidad legal de delimitar nuestras fronteras marítimas tal como establece la Convención de Jamaica de 1982, para los llamados Estados archipelágicos, que no archipiélagos de Estado, ni territorios de ultramar, o colonias, como es el caso flagrante de Canarias.

Pero lo más sangrante de todo este desaguisado es la postura demagógica y engañosa del presidente del Gobierno de Canarias, el Paulino Rivero ese, que propone, de cara a la galería, que los escasos puestos de trabajo generados en nuestro archipiélago sean en primer lugar para los "residentes". Una auténtica trampa saducea, dado que, precisamente, por esa avalancha de foráneos toda esa masa de población es la que le quita los puestos de trabajo a los canarios; la que ocupa casas de protección oficial, los puestos escolares, las camas hospitalarias, etcétera.

O sea, ese falso nacionalista, traidor al pueblo canario, pretende que ese aluvión de extranjeros ocupen los puestos de trabajo creados aquí; mientras, el mes de octubre dejó 237 parados más, por lo que la cifra total, según el Ministerio de Empleo de España, asciende a 284.309, ¡¡que se dice pronto!! Por tanto, la pregunta es obligada: ¿cuáles son los requisitos para trabajar en esta tierra, señor Rivero? ¿El DNI español o el ADN canario? Claro que con el pasaporte comunitario llegas por cualquier puerto o aeropuerto de las Islas y te quedas aquí, con todas las ventajas de un natural de las Islas.

En Canarias hay ahora mismo -sin cuantificar realmente- una enorme cantidad de marroquíes, por ejemplo, trabajando en el sector servicios, en las zonas turísticas de todas las Islas; sin contar los restaurantes y tiendas de chinos y diversos negocios de lo más variopinto de personas procedentes de toda América Latina. Y se da el caso sangrante de que, en algunos casos, en pizerias y bares o pubs de alemanes u holandeses solo trabajan naturales de Italia, Alemania u Holanda. Sé de el caso de un canario que presentó su currículo en un establecimiento de un italiano y el dueño le espetó que allí solo trabajaban sus compatriotas. ¡¡Inaudito!!

En este sentido, viene muy bien el artículo con el que empecé mi colaboración con EL DÍA, titulado "El principio de Arquímedes", publicado el domingo 18 de noviembre de 2007, en el que hacía referencia al "hundimiento" de estas Islas, habida cuenta de la insoportable carga demográfica que padecen desde hace tiempo. Dada la rabiosa actualidad del citado artículo, me permito la licencia de reproducir los aspectos más significantes del mismo: "Así vemos" -decía entonces- cómo estas Islas se hunden en el Atlántico, ante la impresionante carga demográfica que soporta nuestro territorio, producto de la avalancha de foráneos que nos invade por puertos y aeropuertos, dada la consentida permeabilidad de nuestras fronteras.

"El resultado de esta caótica y trágica situación -añadía- es patente y el problema puede ser irreversible. De una parte, se está consiguiendo (que al parecer es de lo que se trata) ir laminando las señas de identidad de este pueblo; y por otra, nuestro espacio vital se agota irremediablemente, sin que podamos hacer nada. Y todo ello porque en ambos casos no se produce el necesario empuje hacia arriba de una imprescindible Ley de Residencia -pese a la libre circulación de personas que nos impone la UE- que regule nuestra densidad de población; lo que evidencia la sangrante e insostenible indefensión político-jurídica de Canarias.

"Por otro lado -continuaba-, el principio de Arquímedes tiene una novedosa formulación "anticolonialista", que trasciende la física: los perversos y encubridores eufemismos inmersos en la ignominiosa estrategia de desinformación y manipulación de la verdadera situación de Canarias experimentan una fuerza emergente de tal magnitud que hace aflorar la verdad en la misma proporción e intensidad que aquella".

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