1.- Una hora y media de conversación deliciosa, en la terraza de su casa, frente al mar, con el profesor , amigo mío y de mi familia desde hace muchos años. Resulta que acaba de aparecer un libro-homenaje al profesor Eric R. Sventenius, en el centenario de su nacimiento. Un libro que remata con gran acierto el propio Wolfredo, con unas notas biográficas del homenajeado pero, sobre todo, con una acertada descripción de cómo éramos después de la guerra civil y de la guerra europea. El libro ha sido editado por el Instituto de Estudios Canarios, al que pertenezco gracias a la amable invitación que me hizo en su día el propio Wolf. Se lo agradecí infinito porque a mí no me admiten en muchos sitios. Soy un tipo incómodo. Sventenius fue un personaje fundamental en el estudio de nuestra riqueza botánica y Wolf fue uno de sus amigos más fieles. Yo no sé dónde mete Wolfredo sus 80 años, porque parece que tiene veinte menos, se conserva fuerte y activo, pues aunque está jubilado imparte conferencias, escribe y recuerda. ¿Cómo no va a recordar con una biblioteca con más de 5.000 volúmenes? Ahora está inmerso en Viera, el arcediano que no vestía de cura.

2.- El libro es una sorpresa y he leído, también con especial atención, el artículo -tan lleno de evocaciones e impecablemente escrito- que aporta el doctor Emilio González Reimers, hijo del que fuera gran médico portuense Celestino González Padrón, una autoridad en todo lo que fuera canario: desde las costumbres aborígenes y sus vestigios hasta la vegetación de nuestras islas, e incluso la geología. Celestino, con Imeldo Baeza, Telesforo Bravo, Vicente Jordán, etcétera, recorrió muchas veces esta isla y otras, en busca de todo lo que tuviera interés. La hora y media de charla con el profesor Wildpret me supo a gloria, porque juntos recordamos paisajes y paisanajes, e incluso nos dio tiempo de hablar del mago, ese espécimen que habita en nuestros campos.

3.- No me queda demasiado espacio -en esta concesión diaria tan reglada- para trasladar a ustedes esta hora y media de dos amigos. Pero sí diré que en tenemos a un sabio y, sobre todo, a un comunicador nato. Sus alumnos le adoran. Todavía tiene muchas cosas que contarnos y, si quieren, retiren el adverbio de tiempo, por innecesario.