"Los canarios abusan de los tranquilizantes", publicábamos el sábado en nuestra primera página. El consumo de ansiolíticos y relajantes musculares se ha triplicado en la última década. Según las autoridades sanitarias, estamos ante un problema similar al alcoholismo o las drogodependencias.

¿Tenemos o no tenemos razón cuando hablamos de una crispación popular que raya a estas alturas un estallido social de impredecibles consecuencias? EL DÍA no exagera lo que ocurre tanto en la calle como de puertas adentro en muchísimos hogares canarios; simplemente reflejamos lo que está sucediendo como hace un espejo que pasea por los caminos; el conocido símil de los escritores realistas. No exageramos -más bien nos quedamos cortos- cuando decimos que el abusivo colonialismo español y la necedad de un político que carece de altura para gobernar nos ha arrojado a un abismo del que no sabemos si algún día podremos salir. Desde luego, de este profundo pozo negro no emergeremos mientras estemos colonizados y torpemente gobernados.

También recogía nuestra portada del sábado otra noticia igual de significativa y alarmante: siete concejales y exediles de CC han sido imputados por prevaricación en Icod de los Vinos. ¿Tenemos o no tenemos igualmente razón cuando criticamos la orgía política que se está produciendo en los ayuntamientos? Sobran las 88 corporaciones locales que hay en Canarias, al igual que sobra el colonialismo español y políticos tan nefastos como Rivero y sus compinches. Son todos ellos, lo repetimos un día más, las sanguijuelas que desangran a estas Islas.

También nos preguntamos qué hace la Justicia. Respetamos la labor de jueces y fiscales, pero es mucha nuestra perplejidad por la facilidad con que somos condenados apenas decimos algo de alguien que no es injurioso ni puede constituir una intromisión en su honor, a nuestro entender, ya que no citamos a nadie por su nombre para no zaherirlo. No son perseguidos con igual rigor los sinvergüenzas políticos. ¿Por qué no actúa con más contundencia Anticorrupción a la vista de lo que está sucediendo? La explosión popular se producirá pronto porque se ve venir. Esto no hay quien lo aguante. Estamos esquilmados por la Hacienda española. Peor aún, los empresarios están abocados a la ruina por culpa de una legislación laboral obsoleta -heredada del franquismo- que les impide no solo despedir a los empleados que ya no necesitan por la minoración de su actividad. ¿En qué país moderno se ve esto? En ninguno salvo en España, que es una nación atrasada a la que desgraciadamente estamos atados por cadenas coloniales que nos arrastran a las profundidades de la bancarrota. Razón de más para que salgamos a la calle de una vez y exijamos nuestra independencia.

Es mejor manifestarse ahora de forma pacífica que esperar a que explote la olla a presión porque entonces, lo reiteramos, las consecuencias pueden ser muy graves. Tenemos sobrados ejemplos en los países que han sufrido la llamada primavera árabe. Siria es el paradigma actual de lo que decimos. Cuando la hasta ahora convivencia pacífica de los canarios salte por los aires, Rivero, sus secuaces políticos y otros indeseables gobernantes correrán a refugiarse para salvar el pellejo. No les deseamos ningún mal personal a ninguno. Incluso seríamos los primeros en defenderlos físicamente en el caso de que alguien atentase contra su integridad, porque nos oponemos a todo tipo de violencia. La crítica política no es una actitud violenta sino el ejercicio de un derecho democrático. Sin embargo, ¿qué necesidad hay de seguir provocando a una población que ya tiene la piel en carne viva por los azotes del paro, la miseria, el hambre, la emigración y hasta la muerte de familiares en las listas de espera sanitaria? ¿No es mejor que esos políticos inútiles, empezando por Paulino Rivero y su esposa Ángela Mena, dimitan y se exilien cuanto antes? ¿No es mejor que los gobernantes españoles actúen con justicia y sensatez hacia Canarias e inicien por iniciativa propia el proceso de descolonización? Siempre es mejor ser buenos amigos que peores enemigos.

Quien avisa no es traidor. Si Rivero y su camarilla optan por seguir llenándose los bolsillos en vez de abandonar el Archipiélago cuanto antes, si los españoles renuncian al sentido común y siguen expoliando estas Islas, más pronto que tarde la sangre correrá por nuestras calles. Por Dios, no permitamos que ocurra una catástrofe social.