"El malestar social se instala en Canarias", titulábamos ayer domingo la principal noticia de nuestra primera página. Un malestar, según la misma información, causado por la contaminación ambiental, los ruidos, la delincuencia y hasta la falta de luz natural, que son los principales problemas a los que se enfrentan los hogares canarios. A todo esto hay que añadir la pobreza, la miseria que crece alarmantemente, un desempleo inconcebible en unas islas que cuentan con recursos suficientes para que toda su población tenga trabajo, una emigración juvenil desmesurada como consecuencia de esa falta de oportunidades y unas listas de espera para recibir atención hospitalaria, o especializada, propias de un país del tercer mundo. Listas en las que algunas personas fallecen antes de que les toque el turno de ser atendidas.

Así es como estamos, pero no por ello nos echamos a la calle para acabar con las causas de nuestras desgracias. Causas que no son otras que el humillante y devastador colonialismo al que nos somete España desde hace 600 años, así como un Gobierno autónomo inepto porque está presidido por el político más necio que le ha caído en desgracia a Canarias a lo largo de su historia.

A esta noticia de ayer debemos añadir otra publicada el sábado: "Fin a 17 años de Gobierno de Coalición Canaria en el Cabildo palmero". Llevamos mucho tiempo advirtiéndoles a los responsables de CC de que, o cambian de rumbo, o desaparecerán de todas las Islas como ya lo han hecho en Las Palmas. Paulino Rivero preside el Gobierno regional no porque haya ganado las elecciones, sino porque ha amañado unos pactos -legales pero inmorales- para seguir en el poder. CC es actualmente un partido plagado de falsos nacionalistas y eso lo ve la gente. O les dan paso a los patriotas que militan en sus filas, o el desastre será monumental en las elecciones de 2015.

Por seguir con más noticias malas, tenemos también el caso del agua no apta para el consumo humano en el Puerto de la Cruz. Un ejemplo más de que los políticos están en los ayuntamientos no para darles a los ciudadanos los servicios que necesitan, sino para seguir con sus juegos, sus mociones de censura y sus tonterías. Toda una orgía política en la que prima el quítate tú para ponerme yo porque la poltrona y el sueldo, junto con el coche oficial, son prebendas que no quiero perder. Por eso decimos, al margen de respetables opiniones, que sobran los ayuntamientos. No basta con reducir el número de concejales a la mitad, porque los que se quedasen mamarían el doble. La única salida es suprimir lo innecesario, pues con la informática y la telemática el cabildo de cada isla posee capacidad suficiente no solo para gestionar todos los servicios municipales, sino también para gestionarlos con mayor eficacia. Una administración insular centralizada con las dependencias sanitarias y de policía en cada localidad para asuntos urgentes: eso es todo lo que necesitamos. Una reforma que no impide que cada localidad de nuestro Archipiélago siga conservando su nombre, pues no pretendemos privar de su historia y su idiosincrasia a ningún pueblo, villa o ciudad de Canarias. De nada nos sirven unos concejales y unos alcaldes tan absortos en sus peleas políticas, que no son capaces de solucionar los problemas diarios de sus vecinos.

Esta imprescindible reforma en la Administración local se resuelve mucho mejor desde nuestra tierra que desde Madrid, a 2.000 kilómetros de distancia. ¿Qué saben los políticos españoles de nuestras necesidades y nuestra forma de vivir? Por eso lo primero es la independencia; lo demás, como dice el Evangelio, vendrá por añadidura. No aciertan quienes piensan que podemos mejorar nuestra situación sin romper las cadenas que nos atan a la Metrópoli. Es imposible que nos organicemos mientras tengamos que acatar las leyes que nos imponen los colonialistas, en vez de promulgar las nuestras en un Parlamento que recupere su papel de institución digna; una Cámara legislativa que deje de ser el antro político en que se ha convertido por la presencia de políticos indecentes. Personas muy dignas en su vida privada -eso nunca lo hemos cuestionado- pero morralla política que un día se permitieron matar al mensajero cuando reprobaron a EL DÍA. Viva Canarias libre porque la independencia, y con ella la libertad, está más cerca de lo que piensan algunos españolistas y leales a España.