Es lícito rechazar los sondeos para determinar si hay hidrocarburos en aguas próximas a Canarias. Lo es cualquier opción que se defienda por vía pacífica y utilizando como únicas armas la palabra y la fuerza de la razón, con exclusión absoluta de la razón de la fuerza. Nadie puede tener nada en contra de que un conjunto de organizaciones ecologistas hagan cuanto esté en su mano para que Repsol no perfore el lecho del Atlántico, a 60 kilómetros de Fuerteventura, en busca del imprescindible oro negro.

No es lo mismo, empero, mantener una postura ideológica, aunque sea discutible, que falsear la realidad; un eufemismo utilizado a menudo para referirnos a lo que en lenguaje cotidiano se conoce como mentir. "No petroleras, sí renovables", leo en una pancarta desplegada por submarinistas que se oponen a las prospecciones petrolíferas en la zona mencionada. Algún día utilizaremos fuentes de energía muy distintas a las actuales. No sé si serán renovables o caducas, pero no será el petróleo ni el gas porque las reservas mundiales de ambos combustibles tienen fecha de caducidad. Serán 40 años en el caso del petróleo, como auguran los más pesimistas, o serán 60 e incluso 100, pero el petróleo terminará por agotarse. Tal vez no un agotamiento físico en el sentido de que ya no hay más. Posiblemente todavía queden reservas, inclusive descubiertas, cuando deje de emplearse este recurso por la simple razón de que hay que gastar más energía en extraer un barril que la generada por éste cuando llegue a los motores en forma de gasolina, gasoil o fueloil. Y lo mismo cabe decir para el gas.

No obstante, durante esos cuarenta años -o los que sean- el petróleo tendrá que mover el mundo. Poco a poco podremos pasarnos a coches eléctricos. De hecho ya hay algunos modelos, hasta de gama alta, circulando con cierto éxito, pero no me imagino a aviones propulsados solo por la alternativa energía solar, habida cuenta de que un prototipo ha empleado dos meses en cruzar stados Unidos de costa a costa. Casi tanto como las antiguas caravanas de carretas. De atravesar el Atlántico todavía no se habla. Lo mismo cabe decir de los barcos mercantes. Hubo uno atómico hace muchísimos años. Su armador tuvo que desguazarlo porque no lo dejaban entrar en casi ningún puerto. Asunto distinto es el de las flotas militares, pero esas no mueven el comercio mundial.

Y no solo esto. La obtención de energías desde fuentes renovables también posee sus servidumbres. He visto muchas pintadas, algunas de ellas en Galicia, contra el impacto visual de los parques eólicos; especialmente los situados en los altos de las montañas como nuevos molinos de viento, con mucho más impacto visual que las denostadas torres de alta tensión.

n cuanto a las "huertas fotovoltaicas", más de lo mismo. No es igual ver un típico pueblo alemán con sus casas cubiertas por tejas, que contemplarlo con los tejados recubiertos por células solares. La postal es distinta.

n definitiva, libertad de criterios; por supuesto que sí. Pero seriedad, también.

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