1.- Estos de Reincidentes, el grupo de rock snob sevillano que "perdieron" a su cantante en el aeropuerto de Miami, no saben con quién se juegan los cuartos. Las autoridades norteamericanas no perdonan una cuando se trata de seguridad. Es éste el grupo contracultural que compone himnos a Marinaleda y jalea a su alcalde, el de la palestina, el llamado . Bueno, pues el cantante de Reincidentes, un tal Fernando, intentó entrar, pedo perdido, en el avión que iba a llevar al grupo a Quito, capital de Ecuador, donde tenía contratado un concierto (hay gente para todo). Las autoridades del aeropuerto, estimando que podía suponer un peligro para la seguridad del vuelo, le dijeron que nanay, que no embarcaba. Que se quedaba en tierra. Y al no llegar tampoco a Quito en el siguiente vuelo, los de Reincidentes creyeron que había sido secuestrado. Y suspendieron su actuación (lo que agradeció media ciudad). Y montaron un pollo.

2.- Y sí, el cantante y bajista del grupo fue secuestrado, pero por la policía, que tras el follón que protagonizó el tal Fernando porque no lo dejaban viajar a Quito, lo mandó a un correccional, a la espera de que alguien depositara los 500 dólares de fianza que le impuso el juez. Intervinieron las autoridades consulares españolas, que informaron que de secuestro, nanay, sino pedo monumental y castigo ejemplar. Luego nada de desaparición, sino ignorancia supina de lo que son los Estados Unidos, donde las cosas -incluso una borrachera- se toman muy en serio. El cargo fue "emborracharse en un lugar impropio". Probablemente le cueste no poder volver a los Estados Unidos durante unos añitos.

3.- Hace años viajamos un grupo de amigos a Nueva York, entre ellos el periodista Javier Zerolo. Que al llegar se dio cuenta (bueno, él no, sino el oficial de Fronteras) de que tenía el pasaporte caducado. Fue conducido a una sala, interrogado una y mil veces y al cabo apareció en la recogida de equipajes, pálido como un gufo, y aliviado. Le habían autorizado la entrada en los Estados Unidos por siete días -el tiempo de nuestra estancia- y multado con cincuenta dólares. Y no pasó a más la cosa porque Javier es un asiduo de este país y las autoridades comprendieron que sólo había sido un despiste. Grave, pero despiste. Estos tipos se creen que en un país serio como aquel se pueden hacer las cosas que se permiten aquí. Ni de coña.

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