Lamenta nuestro apreciado colaborador Emilio Racionero que el pasado 10 de diciembre se suspendieran las intervenciones quirúrgicas programadas en el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria debido a la alerta meteorológica. "Vamos que, poco más o menos, los quirófanos quedarían inhabilitados por tal causa. Y la vergüenza en busca de conciencia", escribe Racionero.

Añade nuestro colaborador que "un paciente, portador de una talla vesical implantada en urgencias el 22/10/2013 a causa de una complicación urológica, ingresó el día 9 de diciembre, tras una demora de siete días (le habían avisado previamente para el día 2), a fin de proceder a la intervención quirúrgica que había de producirse el día 10. Todos los preparativos correspondientes en la tarde del día 9. Ayuno a partir de las 12 de la noche. A las 10:30 horas del día 10 se comienzan a realizar las oportunas actuaciones para el desplazamiento del paciente a quirófano en su cama, preparada al efecto. A las 11:50 se acopian los sueros necesarios para su atención postoperatoria. A las 12:00 horas se le comunica al paciente, mediante informe redactado por el facultativo, que se suspende la intervención por orden de la Dirección hospitalaria, dándosele de alta hasta nuevo aviso, pues que pasará a la lista de espera quirúrgica. O sea, a la puñetera calle con su talla vesical implantada aquel 22 de octubre y que avanza hacia su caducidad, que se cumple el próximo 22 de diciembre. Y que si para el día 20 no le han avisado, que consulte a la Secretaría del departamento".

Hemos reproducido íntegramente este párrafo por su dramatismo y por lo bien que refleja la situación de lo que es actualmente la sanidad canaria, e incluso de lo que es este Archipiélago en la actualidad: una total desorganización de miseria, colas de hambrientos, jóvenes que han de emigrar y personas que esperan en las interminables listas de atención hospitalaria sin más esperanza que la llegada de la muerte. A esto nos han conducido a partes iguales el colonialismo y un necio político llamado Paulino Rivero.

El Gobierno de Canarias no da una en el clavo porque, al estar presidido por un necio -no hay otro término más adecuado- es incapaz de resolver los problemas de un sufrido pueblo. Un Gabinete de ineptos presidido por el más incapaz de todos. Pronto daremos a conocer lo que pretende Rivero para perpetuarse en la vida pública si no consigue volver a ser presidente del Gobierno regional. No hay inteligencia. Ni siquiera sentido común. Estamos en manos de un Gobierno de incompetentes aferrados a los sueldos.

Tampoco podemos elogiar a los sindicatos. El sábado publicábamos en portada la noticia del rechazo sindical al Presupuesto canario. ¿Cuándo van a salir a la calle los sindicatos para protestar por el colonialismo que sufren estas Islas? ¿No es el expolio al que nos somete la Hacienda española motivo suficiente para organizar manifestaciones con pititos y banderitas? De poco sirve protestar por los presupuestos autonómicos cuando ni el Gobierno, ni el Parlamento de Canarias tienen autonomía suficiente para decidir por su cuenta. a autonomía es una mentira; un burdo disfraz de España para ocultarle a Europa y al mundo que este Archipiélago continúa siendo una vil colonia.

Por eso decimos, una vez más, que no sabemos a qué esperan los auténticos nacionalistas de CC para tomar las riendas del partido y expulsar a Paulino Rivero y a sus compinches. Rivero es una maldición para los canarios no solo por su mala gestión como presidente autonómico, sino por su connivencia con los políticos de la Metrópoli. Con él de presidente Canarias continuará siendo una colonia por los siglos de los siglos. Es decir, miseria, hambre, emigración y muertes en las listas de espera para siempre.