Bastaría una. Establecer las diferencias es la esencia de un régimen propio. Afirmo que una única de peso sería suficiente. Clara, fácil de explicar y que sea percibida como verdaderamente ventajosa para un hipotético inversor. Que de eso se trata, de iniciar el proceso de 1) atraer inversiones para 2) arrancar la actividad económica que 3) reduzca el desempleo; uno, dos y tres, un pasito detrás de otro. No hay otra forma, ni el xenófobo planteamiento de limitar la residencia ni la tentación de apostar por incentivos con dinero que sale de la presión fiscal y el endeudamiento. Tácheme de mercantilista, puede ser, pero observe el resultado y analice sus causas: a los mercados habrá que dejarles lo que corresponda al mercado, incluido el de la mano de obra, y a la Administración los servicios públicos, que para eso está. El REF enfocado a captar inversiones: una conclusión simple que ya es un avance.

Dos. Canarias y el resto del mundo ¿Qué nos hace distintos, ese brillo en los ojos, esa sonrisa sensual? No es fácil diseñar ese elemento diferenciador y sin él estamos perdidos. Sin él no procede un régimen específico, volveríamos a caer en la perversión de la actual regulación y sus nefastos (palpables) resultados, el clientelismo, la aduana y todo lo que ya sabemos: esas particularidades pensadas para ayudar que nos perjudican. No sé si Europa aceptaría esa condición especial para los negocios en Canarias, fuese la que fuere. Alternativas, pocas, a priori. Podríamos convertirnos en paraíso fiscal para que los capitales circulen con libertad o volver a ser puerto franco para que lo hagan las mercancías o quizás una puerta de entrada a Europa con menos aranceles...

Tres. propuesta de éxito en esta difícil negociación requiere conocer qué querría ese hipotético inversor. Me atrevo con una conjetura: ganar dinero y pagar pocos impuestos, por ese orden. Lo cual exige hospitalidad, seguridad jurídica, profesionales cualificados a buen precio, energía, disponibilidad de suelo y rápidas comunicaciones. Para salir del pozo no solo debemos trabajar en el REF sino en todos los detalles y en uno sobre todos ellos: la simplificación administrativa, léase acabar con la burocracia, tarea inaplazable que no necesita recursos adicionales sino tan solo la voluntad de sus señorías.

Cuatro. Puede que los ponentes del nuevo REF compartan conmigo la conveniencia de definir ese carácter diferencial que mueva la economía y el empleo, pero que no se vean capaces de negociar o ya sepan que es imposible articular un instrumento legal con suficiente potencia como para compensar "nuestras dificultades permanentes", como decía Solbes (qué cruz), o generar ingresos equivalentes a la morterada del Posei y el resto de limosna ultraperiférica. Puede que no quede otra y que el REF sea eso o nada. En cualquier caso, la encomienda es trascendente porque resta pulir sus efectos perversos; si no puede ser aquello que nos distinga, que sea el marco que regule nuestra interacción política y que sirva para apuntalar un plan de futuro.

Cinco. Tres reflexiones (una mía, las otras no), un deseo y un brindis para acabar el año. "Algo obsceno tiene la limosna en público" con esto del telemaratón solidario, que no me gusta nada. "No todo es votable", en referencia al referéndum soberanista catalán como tampoco lo sería, por ejemplo, plantear la eutanasia obligatoria para los mayores de setenta. "El universo no existe", solo las relaciones con nuestro entorno. Eso dice un físico cuántico y puede que tenga razón, del mismo modo que no hay paisaje sin observador. Sea feliz y si se ve incapaz procure que las personas de su entorno lo sean, la felicidad de las pequeñas cosas. Estas fiestas practique el libre albedrío: "Salud, salud y salud, y lo demás te lo buscas tú".

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