Cuando estoy en mi casa no se me ocurre nunca pinchar Telecanarias. ¡Nunca! Pero cuando voy, después de mediodía, a tomar el cortado en el bar, mientras leo mi querido "Marca", con la intención de convencerme de que Anceloti-o como se escriba- es capaz de hacer con el Real Madrid lo que se dice un equipo, no puedo evitar que me lleguen al oído las palabras del locutor. No lo veo porque ya digo que estoy en lo mío, pero, sin querer, me llega la voz del presentador de turno.

El otro día, ¡pobre de mí!, oí, sin querer, que se decía 17 veces Las Palmas de Gran Canaria, mientras la voz Tenerife solo sonó tres veces. Lo que se dice una soberana paliza la que nos dan los grancanarios a los tinerfeños, al menos en esto. Y oye usted decir "El café más famoso del mundo es el de Agaete", "Las papas mejores del mundo son la de Tejeda" y "El mejor clima del mundo es el de Gran Canaria", "La mayor matraca de Canarias es la de la catedral de Las Palmas" y cositas así; y opta el oyente tinerfeño por no hacer el más mínimo comentario, porque, ¿para qué?

Pero es aún más sorprendente esta frase que dijo el locutor (no sé cuál porque no miré) mientras nos contaba su Telediario: "El mal tiempo se ha dejado sentir también en Lanzarote, Fuerteventura y en la isla de Gran Canaria". De donde se deduce que Gran Canaria es una isla, mientras Lanzarote y Fuerteventura son unos cucuruchos de papel llenos de almendras garrapiñadas. Y me dije: si ellos son felices así, ¿quién soy yo para evitarles esa satisfacción?

Lo que está claro es que seguiré leyendo el "Marca" sin enchufar en mi casa eso que se llama Telecanarias.

Y ahora voy con Tenerife porque tengo que echar una mano.

Los doscientos o trescientos independentistas que viven en Tenerife deben andar muy alerta, con el mayor cuidado del mundo porque, como consigan sus propósitos (no lo quiera Dios), tendrán que ver con amargura, con suma tristeza, con casi desesperación cómo la nueva nación que surja de la urnas va a tener como capital Las Palmas de la Gran Canaria. Y no lo digo por incordiar, como es posible que piensen algunos, sino porque las Palmas de la Gran Canaria es la novena ciudad española en esto del número de habitantes. Solo le ganan Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Bilbao y Murcia. Mientras que, por lo que respecta a nuestra entrañable isla, tenemos que admitir que Santa Cruz ocupa el lugar número 27. ¡Qué tremenda diferencia!

¿No será mejor seguir como estamos?

Por lo que a mí respecta, no entra en mis cálculos tomar un avión o un barco para trasladarme a la ciudad de Las Palmas de la Gran Canaria para resolver asuntos de papeleo, tan frecuentes por cierto, si puedo resolverlos en Santa Cruz, que me queda más cerca, mucho más cerca. Y es que conectar con Telecanarias, aunque me resulte poco grato, es algo que puede soportarse, pero viajar en avión o en barco ya pasa de castaño oscuro.

Espero, por lo tanto, que nuestros admirados independentistas se piensen bien las cosas y se dejen de cuentos chinos. Yo sé que no es lo mismo tener el número 9 entre las ciudades españolas que tener el número 27. Pero me conformo. ¿No me voy a conformar si Guía de Isora tenía tres mil habitantes cuando nosotros en Garachico teníamos cinco mil y ahora seguimos con cinco mil, mientras en Guía andan, según creo, por los trece? Y, sin embargo, es algo que no me preocupa en absoluto. Con cinco mil habitantes estamos más que bien. Así que dejemos la fiesta en paz. ¿Me han oído los amigos independentistas? El que avisa no es traidor.