Nos llegan noticias fehacientes de que Paulino Rivero quiere refugiarse en el fútbol si no consigue que su partido, Coalición Canaria, vuelva a designarlo como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones de 2015. Bobo no es, aunque políticamente hablando siempre ha sido un necio, pues a la vista está que pretende aprovechar el tirón de las masas. Dedicamos este editorial al relato de unos hechos que solo podemos calificar de espeluznantes y a los que consagraremos amplios comentarios en el futuro pues, por cuestiones de espacio, algunos datos los hemos tenido que dejar en el tintero. Y comenzamos.

A partir de que el fallecido Javier Pérez pierde el mandato del Club Deportivo Tenerife a favor de Víctor Pérez Ascanio y el también fallecido Quico Cabrera, que les fastidian el Proyecto Tinerfia, cuya finalidad era construir un megacomplejo deportivo alrededor del estadio Heliodoro Rodríguez López. Una idea que vendió el equipo de Pérez como un gran pelotazo (con las expropiaciones pactadas). Al final, una mentira; el proyecto resultaba urbanísticamente imposible de realizar, pero era la única bala que les quedaba a Javier Pérez y sus compinches, con el apoyo de Paulino Rivero, para no perder el club.

La época de Javier Pérez fue buena con la UEFA. El Tenerife estaba en su situación deportiva más alta, pero el presidente "olvidó" invertir en la cantera y en proyectos para la gente de nuestra tierra. En definitiva, como suele ocurrir siempre, Pérez y los suyos se gastaron el dinero esperando sacar el club adelante con las subvenciones públicas. Por eso Víctor Pérez Ascanio encontró una Sociedad con una deuda escandalosa cuando accedió a la presidencia. Casi 50 millones de euros en números rojos y contratos con algunos futbolistas que los vinculaban al equipo durante tres y hasta cuatro años. Muchos de esos jugadores -Lussenhoff, Barata, Marioni, Bino, Basavilbaso, Lexa, etcétera- eran foráneos y poseían fichas propias de la Liga de Campeones.

Durante el mandato de Ascanio se le cerró al Tenerife el grifo del dinero público por la poca afinidad entre Rivero y el presidente del club. Pese a que el equipo estaba en puestos de ascenso en la temporada 2005-2006, de la mano del gran Tigre Barrios, un grupo de personas, apoyadas desde la sombra por Paulino Rivero, manipularon y hasta intentaron ahogar económicamente a algunos medios de comunicación -incluido EL DÍA, referente en la prensa deportiva- para vender la idea de que la junta directiva del Tenerife tenía que marcharse porque en caso contrario el club desaparecería. La única razón de esta campaña era la inquina de Rivero hacia Ascanio por un desplante de este último una vez que Paulino apareció por el palco presidencial, curiosamente cuando el equipo iba bien en la clasificación en las ocho primeras jornadas de la temporada 2005-2006. "Ahora vienes a sacarte la fotito porque estamos en puestos de ascenso; chiquita cara", le dijo Ascanio a Paulino Rivero. En mala hora para el presidente del club.

Víctor Pérez Ascanio urbanizó los terrenos de la Ciudad Deportiva y multiplicó su valor por 1.000. Pese a ello, quienes presididos por Javier Pérez -el mejor y el peor presidente de la historia del club- dejaron endeudado al Tenerife empezaron a vendernos a los medios de comunicación, siempre con la anuencia de Rivero, la idea de que debía producirse un cambio para salvar al equipo. Mientras tanto, Ascanio consiguió vender parte de los terrenos de la Ciudad Deportiva a Ambrosio Jiménez, Ignacio González y Antonio Plasencia por 18 millones de euros. A partir de ese momento estos tres empresarios son conocidos como los tres tenores. Se trataba de una operación muy ventajosa para el club pero muy poco conveniente para los compinches de Rivero porque su éxito les chafaba los planes para apoderarse del Tenerife.

Para debilitar la figura del presidente Ascanio, en diciembre de 2005 le montaron una pañolada de 2.000 personas en el estadio a cuenta de la derrota del equipo ante el Ferrol. Ascanio dimitió porque había dicho que si le pitaban, se iría (algo que Miguel Concepción, el delfín de Paulino Rivero, no ha hecho pese a que le han pitado varias veces, aunque Concepción lo aguanta todo mientras Paulino no le diga otra cosa).

Los tres tenores renunciaron a la adquisición de los terrenos después de tenerla firmada ante notario, ya que circulaba el rumor de que la operación era un pelotazo urbanístico para ellos. En ese momento se monta una reunión en el restaurante La Ermita (cuartel general de Paulino Rivero en El Sauzal) para salvar al Tenerife, cuya finalidad era situar a Miguel Concepción en la presidencia del club. La mentira de la Promotora, siguiente etapa en este plan, fue otra artimaña más tipo Proyecto Tinerfia para sacarle el dinero al pueblo tinerfeño.

Desde febrero de 2006, con Miguel Concepción como presidente, el CD Tenerife ha contado con todo el apoyo de Paulino Rivero. El único logro deportivo destacado desde entonces ha sido el ascenso en la temporada 2009-2010, pero a costa de importantes inyecciones de dinero público. El propio Concepción ha dicho que el 80% del presupuesto del club procede del dinero público. Unas "inversiones" que no han logrado los frutos que cabría esperar de ellas, ya que el equipo descendió a Segunda B con la plantilla más cara de la Segunda A. Cosa que con Ascanio, el presidente que no quería Paulino Rivero y al que nunca apoyaba, jamás sucedió.

A día de hoy Paulino Rivero tiene el Tenerife controlado. Para ello ha puesto a Juan Amador de gerente. Una persona que hace lo que le manda su amo. El club ya no es de todos, como lo fue cuando se convirtió en una SAD. Es en estos momentos cuando Pier, un tinerfeñista de pro, un jugador de éxito en aquellas ligas antológicas que el Real Madrid perdió en Tenerife, siendo portero en la gesta de Auxerre en la Copa de la UEFA (lesionado Agustín, el portero titular, y agotados los cambios, ocupó el puesto de guardameta y salvó el encuentro), ha querido presentarle un proyecto y explicarle su inquietud para ser presidente, apoyado por personas importantes como Amid Achi y Juan Fuentes Tabares, entre otras, pero Rivero no lo ha recibido y le ha dado la espalda. o puede recibirlo porque la presidencia del Tenerife se la reserva Rivero para él en el supuesto de que, como decíamos al principio de este editorial, no repita como candidato de CC.

El proyecto de Miguel Concepción está agotado. o ha sabido, ni sabe, obtener recursos económicos si no es por los patrocinios públicos de su amigo Paulino Rivero. En EL DÍA hemos sido cómplices de esta treta por desconocimiento, no por mala intención -pues siempre buscamos la verdad en todos los terrenos para ofrecerles a nuestros lectores una información evangélica-, pero esa desafortunada cooperación con otra vil maniobra de Rivero se ha acabado. Se acabó apoyar una gestión que ha premiado más a los jugadores foráneos que a los de la propia cantera. Se acabó toda condescendencia con un traidor político a su gente, incluso en el aspecto deportivo, pues Rivero ha confesado que es hincha del Atlético de Madrid. Un club de la capital de la Metrópoli, que es donde le gusta estar al presidente regional.

o se puede tenerlo todo y querer controlarlo todo, incluida una institución tan apreciada por los tinerfeños como es el Club Deportivo Tenerife. El Tete. ¿Es que ya no hay problemas en las Islas merecedores de la atención y del esfuerzo para solucionarlos del presidente autonómico? ¿Es que ya no hay colas del hambre, ni se muere la gente en las listas de espera sanitaria, ni tienen que emigrar nuestros jóvenes, ni hay casi 400.000 parados?

Una línea más para acabar: confiamos en que Rivero no destruya al Tenerife como lo ha hecho, hasta ahora, con todo lo que ha tocado. Sería lo último que nos quedaría por ver.