No es un mal menor. Tiene máxima importancia y relevancia porque a través de ese denostado sentimiento la convivencia , las relaciones entre pueblos se pueden enardecer cuando no truncar, de ahí que desterrar el odio fabricado por la historia de años debe ser desterrado.

Seguramente el odio nunca ha estado ausente en el ámbito mundial pero entonces se convirtió en un factor político decisivo en todos los asuntos públicos. El odio, según los que entienden de estas cuestiones que son los psicólogos sociales, no podía concentrarse en nada ni en nadie, no logro'' encontrar persona o personaje alguno a quien pudiera hacerse responsable, ni al gobierno, ni a las burguesía, ni a las respectivas potencias extranjeras, de ahí que haya penetrado en todos los poros de la vida cotidiana y pudo dispersarse en múltiples direcciones y adoptar las formas mas fantásticas e imprevisibles.

Las sociedades y mas las occidentales que presumen de ser la cuna de la civilización y el progreso giran mas que en cualquier otro eje en el de la confrontación y la discordia..Lo que ocasiona se relegue al ostracismo la inteligencia y se anteponga el visceralismo destructor a cualquier asunto que concurra en el espacio de la convivencia.

Sin el odio presente estaría el desbrozar con naturalidad y certeza los acontecimientos que se han desarrollado entre unos pueblos y otros, no habría en esa confrontación dialéctica y en la lucha por sus identidades ni vencedores ni vencidos, sino la adecuación certera del espacio histórico de cada cual.

Cataluña, Euskadi y Canarias son pueblos con vicisitudes históricas diferentes, sus circunstancias se han visto de una manera u otra obligadas a transitar por este o aquel camino, y casi siempre sin su consentimiento, contraviniendo sus voluntades o tergiversando estas.

Si en estos momentos hay que hacer, se esta haciendo, una lectura logica y veraz de la historia, lo que se merecen es que su sitio se respete, o al menos la voz de aquellos que de alguna manera quieren expresarse sea oída .El mirar para otro lado, el hacerse el sordo, como si la razón política estuviera solo de un lado y no de otro o al menos compartida para iniciar una nueva realidad lo único que produciría seria odio .Se generarían otros enemigos donde no los había, se inundaría la convivencia de ramplonería, de dialécticas insanas y se transitaría por cualquier sitio menos por el de la concordia y del entendimiento que en realidad es lo que define a la capacidad humana en toda su dimensión.

Las contraofensivas son malas consejeras y el invento de secuencias que no se han dado aun siendo irrelevantes levantan sospechas, confunden y torpedean cualquier política basada en la lealtad y el mutuo respeto.