No está probado que "año nuevo, vida nueva"; y no es menos cierto, que respecto al futuro de Canarias los interrogantes se suceden atropelladamente, y la incertidumbre toma carta de naturaleza instalándose en la conciencia de los patriotas canarios que vemos con enorme pesar y honda preocupación, como esto no cambia y todo sigue igual para desgracia de este pueblo.

Porque no basta solo con el deseo de cambio; en nuestras Islas se tienen que producir movimientos sociales de hondo calado y manifestaciones multitudinarias, que aviven y fortalezcan la conciencia colectiva del pueblo canario de que otro escenario es posible sin la tutela y el feroz intervencionismo de España. En Canarias tiene que haber una auténtica catarsis que propicie que los canarios cortemos las cadenas que nos mantienen férreamente uncidos a la metrópoli, y acabemos de una vez con el vil y canallesco colonialismo español, que dura ya casi seis siglos.

¡No hay otra solución! Y a pesar de lo traumáticas que puedan ser las medidas a tomar, y a la coacción española, con todas las fuerzas de ocupación prestas a intervenir contra la población, los canarios debemos sacudirnos cuanto antes el yugo colonial y emprender unidos el camino de la libertad a la que tenemos un derecho inalienable; como lo tuvieron todos los pueblos del mundo, que antes de ser Estados libres y soberanos, fueron colonias españolas/europeas en los distintos continentes, sobre todo aquí, en África.

El problema radica, en que una fuerza política canalla, denominada Coalición Canaria, ha "okupado", de forma subrepticia, el campo político nacionalista, siendo en la práctica, puros y simples autonomistas; cuando no nacionalistas españoles, convictos y confesos, como el PP y PSOE con quienes pactan, indistintamente, según que fuerza gobierne en España. Hasta el extremo, de que sectores "disidentes" de la coalición pretenden tener "hilo directo con el PP a nivel nacional", para obviar los desencuentros entre CC y el Estado español, que obedecen sola y exclusivamente a las desavenencias entre Paulino Rivero y José Manuel Soria, que fue quién ganó las últimas elecciones autonómicas, quedándose sin gobernar, como le paso en su día a López de Aguilar.

Que esa es otra. ¿Qué grado tal de narcosis tiene el pueblo canario, que es capaz de votar mayoritariamente a unos partidos, PP o PSOE, del país colonizador? Claro que, aquí habría que ver la cuota electoral de las franquicias de estos partidos españoles en Canarias, y cuantos votantes son canarios y cuantos "peninsulares". Sin olvidar la parte alícuota del censo electoral que vota a esas fuerzas, y el porcentaje de abstención más los votos nulos.

Sea como sea, lo cierto es que CC no es nacionalista, ni cosa que se parezca, en la más pura y ortodoxa acepción del término; que, reitero, viene de nación, no de "nacionalidad". Una aberración semántica y una perversión jurídica del concepto de nacionalismo, acuñado por los padrastros de la Constitución española de 1978, que los patriotas canarios, los verdaderos y auténticos nacionalistas, acatamos por imperativo legal. Y si un partido se autoproclama nacionalista, tiene que ser, indefectiblemente, beligerante con España, la potencia colonizadora; y reconocer abiertamente, sin ambigüedades ni subterfugios dialécticos de ningún tipo, la condición colonial del Archipiélago canario.

El futuro de Canarias, pues, no está en otra reforma de ese bodrio político-jurídico llamado Estatuto de Autonomía, como propugna de nuevo el traidor y colaboracionista number one, el Paulino Rivero ese, godo consorte, y el más nefasto, indocumentado e impresentable político que jamás haya dado nuestra tierra. Un texto estatutario que, además, responde fielmente al manual de operaciones del feudal colonialismo español; y que en la práctica es un instrumento colonial en toda regla, para tenernos atrapados en la marañas legislativa española. Ya que, lejos de posibilitar el autogobierno de Canarias, coarta nuestra libertad, condiciona nuestro desarrollo y las decisiones tomadas en ese antro colonial denominado Parlamento no son vinculantes, por lo que no sirven absolutamente para nada, se legisle lo que se legisle.

Por tanto, como aquí no se trata de hacer ninguna revolución ni lucha armada (aunque España no entienda otro lenguaje que el que le hablaba ETA); lo que debemos hacer los patriotas canarios es unirnos todos, y exigirle a Madrid la inmediata descolonización de Canarias, y la constitución de la correspondiente Comisión bilateral de traspaso de poderes. ¡Así, como suena! ¡No hay más!