Al hilo de lo que manifestábamos en nuestro editorial de ayer, añadimos hoy que somos muy respetuosos -respetuosísimos- con la Justicia, pero la Justicia a veces no es ciega como debiera. Eso nos tiene indignados en esta Casa. Confesamos que estamos muy inquietos ante ciertas sentencias. No hace falta ser jurista ni haber pasado por una escuela de prácticas jurídicas para entender lo que es justo y lo que es injusto. Basta aplicar la lógica, el sentido común, el conocimiento y, si es preciso, hasta la ciencia infusa para saber cuándo un juez o una jueza actúan de forma imparcial o, por el contrario, están prevaricando. Sabemos, por ejemplo, cuándo una jueza de Las Palmas presuntamente ha prevaricado tres veces. Nos consta, además, que lo ha hecho conscientemente. Por ese motivo hemos presentado una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias que en estos momentos está pendiente de su admisión a trámite. Y de momento lo dejamos así, pendiente de una vista que, como adelantábamos ayer, se celebrará el próximo día 13 en un juzgado de Santa Cruz.

Respecto al panorama político de esta mal llamada autonomía -la autonomía, lo repetimos un día más, es un burdo disfraz que nos ha colocado España para ocultar nuestra vil condición colonial-, parece que andan revueltas las aguas en Coalición Canaria en cuanto a quién puede ser el candidato de este partido para las próximas elecciones autonómicas. Todavía es pronto para que se perfilen los posibles sustitutos a Paulino Rivero -ni en nuestras peores pesadillas podemos admitir que repita esta calamidad política-, pero ya se advierten, como decimos, algunos movimientos.

Nos reiteramos en lo dicho otras veces: preferimos mil veces más a Fernando Clavijo o na Oramas que al golfo político que preside el Gobierno de Canarias. Paulino Rivero está donde está porque tenemos una Ley electoral tan disparatada, que permite -como en un conocido juego- que quien pierde gane y quien gane pierda. No solo manifestamos que los patriotas y los auténticos nacionalistas que militan en Coalición Canaria deben impedir por todos los medios legales y políticos a su alcance que Rivero repita como candidato; esos patriotas no deben permitir ni siquiera que acabe esta legislatura por el bien de Canarias y de los canarios. Y no solo por consideración a los habitantes de estas Islas: también debe dimitir y exiliarse por su propio bien. Rivero debe salir de Canarias por su propia seguridad personal, pues no nos extrañaría que más pronto que tarde pueda producirse una reacción adversa en su contra. Es algo que lamentaríamos porque siempre hemos detestado la violencia, pero la gente está muy cansada de las colas del hambre, de la emigración, de las muertes en las listas de espera y de tanta corrupción, despotismo y nepotismo político.

En vez de marcharse por decencia política y por decoro, Paulino Rivero opta por perseguir al editor de EL DÍ porque José Rodríguez no quiso ser uno de sus secuaces políticos en la engañifa al pueblo canario. No quiso trasmitirles a los lectores de este periódico la mentira de las aguas canarias o los 25.000 millones de euros prometidos por Zapatero. Desde la emisora de radio que le quitó a EL DÍ hasta las denuncias presentadas por él y por su esposa contra el director de este periódico, Paulino Rivero no ha dejado de perseguirlo durante los últimos años. hora, cuando se ve con las patas fuera de la política, arremete contra EL DÍ con otra demanda para ocultar su nula gestión como gobernante autonómico.

No nos cansaremos de repetir que mientras estemos colonizados y en manos de un necio político, antes saldrá España de la crisis que Canarias. ¿Qué categoría política tiene Paulino Rivero para estar al frente de una región como esta? Una región que en realidad es una nación, aunque de momento esté privada de su Estado por la Metrópoli que la coloniza. Recuperaremos nuestra soberanía nacional cuando accedamos a nuestra independencia, a nuestra libertad. Es una vergüenza para este rchipiélago estar presidido por una figura inoperante e ignorante, políticamente hablando, como lo es Paulino Rivero. Un político que se ha rodeado de mediocres para que no le hagan sombra. Entre todos ellos nos han hundido en la miseria más tenebrosa; en un pozo negro del que nos será muy difícil salir, si es que todavía estamos a tiempo de conseguirlo.