1.- Van a traducir al japonés al eximio escritor canarión Juan Jesús Armas Marcelo, alias Juancho. Será la única forma de que lo lean, porque en español sus cosas gustan más bien poco. No sé si ha sido su amigo Vargas (Llosa) el que lo ha propuesto como académico del Perú, una institución con más bien poco prestigio lingüístico. Lo demuestra el mero hecho de haberlo admitido, aunque sólo por mayoría. A ver cómo traducen al japonés "laddó" para dar a entender que el reloj marca las dos de la tarde, o de la madrugada. Juancho vive en Alpedrete (a. el tolete), pero ahora tendrá que saltar entre Lima (que está muy bonita) y Panamá (que también lo ha hecho académico). Así que corre el riesgo de que le dé cualquier mal de cagaleras entre tanto subibaja. Que a uno lo traduzcan al japonés tiene que llenar de orgullo y satisfacción, como diría el rey. En los tiempos de la opulencia yo tenía un chófer que estaba estudiando japonés y yo siempre le agradecía el repaso de ese idioma, en las pausas, porque con el sonsonete me quedaba dormido en el coche. Para dormirse uno basta leer a Juancho en castellano; cómo será en japonés: sueño profundo.

2.- Juancho es un paniaguado de Soria, que siempre lo ha protegido. Y esta protección llega a que el susodicho se pase todo el puto día viajando, que va a acabar mariado, a costa del Instituto Cervantes, nido de mediocres donde los haya y que, como se sabe, está dirigido ahora por Don Concha, el "amigo" de Paco Umbral. El que puso pegas para entrar en la Academia de la Lengua -la de verdad- al mejor escritor de todos los días de la historia de nuestro país: Francisco Umbral. Marcelo ha estado siempre pegado al poder político-literario, desde don Camilo hasta don Vargas, pasando por don Dimas. Él no tiene problema en la cosa del subsidio.

3.- Amenaza Juancho con escribir sus memorias, quizá para poner a parir a los que no le bailan el agua o a sus antiguos amigos. A Marcelo lo echaron del "ABC" por utilizar las páginas de tan ilustre diario para insultar a la gente que no le cae bien, como Juan-Manuel García Ramos, Arturo Maccanti y Justo Jorge Padrón. Aunque hay otra razón más poderosa: los citados y algún otro miembro del jurado del Premio Canarias de Literatura no se lo concedieron. Y eso le jode mucho a su bolsillo. Es que la dotación es la dotación, chin, pon.

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