Resulta más que entrañable poder participar de un reencuentro (el tiempo no pasa en balde, aunque la apariencia del colectivo es francamente lozana) con amigos y compañeros que durante muchos años compartimos las primeras enseñanzas que escuchábamos en aquellas pequeñas aulas del edificio, casi enfrente de la plaza de Weyler, que las Escuelas Pías habilitó para los estudios de alumnos que comprendían los cursos entre párvulos e ingreso. Cuando pasamos a la Rambla (hoy, colegio Hispano Inglés) y, después, al Quisisana, Capitanía General instaló allí las oficinas de Intendencia y los Escolapios comenzaban una nueva etapa más estructurada mientras recibíamos las iniciaciones al mundo de los primarios conocimientos de la mano de un equipo de estimables profesores, religiosos y laicos, tomando contacto, igualmente por primera vez, con el desconocido mundo de los coscorrones.

Durante las fiestas que terminaron, se producen estas reuniones gracias a la perseverancia de algunos compañeros que, afortunadamente, están decididos a que el encuentro no caiga ni en el olvido ni en la indiferencia que pueda ocasionar la travesía de los años y que recuerdos y costumbres continúen frescos y renovados, influidos por eso que se denomina veteranía y que, expresado llanamente, se adquiere por las experiencias que cada cual alcanza escalando niveles de distintos signos. Lo bueno de la comida, además del exquisito menú preparado por el Real Casino de Tenerife, radica en que las conversaciones se desarrollan en un tono distendido y que la política apenas roza el comedor. Otro tipo de asuntos interesan más y así, tranquila y pausadamente, transcurre la velada entre personas que han ejercido (algunas ejercen aún) las más diversas profesiones. Las Escuelas Pías han formado a alumnos que ocuparon puestos de relevancia en distintas tareas. Desde presidentes del Gobierno de Canarias hasta una larga lista de profesionales en diversas actividades significativas, se formaron en sus aulas. Y, lo mejor, se moldearon sin la Logse ni escuchando al ministro Wert. Y, sin embargo, destacando en cada una de ellas. Hay alumnos que por sus trabajos viven fuera de la Isla. Pero siempre envían mensajes de recuerdo y amistad. Otros, tristemente, se han ausentado definitivamente y no por ello se les olvida en el reencuentro. Todos, en fin, formamos parte de la 17ª promoción de Escolapios, convencidos de que, ante cualquier contingencia, estaremos juntos ahí.

Este reencuentro, además, sirvió para tomar contacto con una realidad que nada tenía que ver con la cordialidad, el compañerismo y la excelente cocina del Real Casino: la nueva y horrorosa Plaza de España...contemplada a vista de pájaro. Desde una de las espléndidas terrazas de la centenaria Sociedad se observa, con absoluta nitidez, el daño que los técnicos suizos infringieron a la entonces preciosa entrada a Santa Cruz. Y es que existe un abismo entre contemplar la obra a ras de tierra y desde un nivel panorámico. Ya hemos expresado aquí nuestra opinión, contraria, por supuesto, a los autores y a aquellos artistas de la Corporación municipal anterior que dieron el plácet a este destrozo y al despilfarro del Barranco de Santos. Hemos permanecido atentos a las visitas que los ciudadanos realizan a esta zona, comparándolas con las que antaño se efectuaban. Pues bien, todo este gran espacio ocupado por una charca sucia (algunos se atreven a denominarla lago), apenas es transitado. Es inadmisible que la Alameda del Duque de Santa Elena haya quedado totalmente desdibujada por los armatostes de hormigón, insultando al marqués de Branciforte. La capital, necesitada de espacios donde los chicharreros dispongan de áreas de recreo para el esparcimiento, ha optado por entullar millones de dineros y crear un sector totalmente vano que, curiosidades de la vida, ha servido para mostrar públicamente la desvergüenza de la casta política que, por negligencia, ha tenido que ser suplida para acoger la caridad popular, iniciativa de Mírame-Tv, destinada a la exclusión social generada por el tripartito político que gobierna estas Islas, más dedicado a conservar sus prebendas que a atender a los pobres. En la charca con chorro menguado florecieron, para esta ocasión de caridad-parche, empresas que pronto presentarán sus donaciones al Fisco para la inmediata desgravación. El reencuentro escolapio, ante este desastre de escaparate de la Ciudad, adquirió, al final, unos inesperados y diminutos tintes políticos.