Mientras se acerca el día en que el editor de este periódico tendrá que volver a sentarse en el banquillo en calidad de reo, se prodigan las denuncias contra este periódico como si hubiésemos colgado en la fachada el cartel de barra libre. Confiamos en que la Justicia sea justa aunque algunas de sus sentencias no lo han sido con nosotros. Todo el mundo tiene derecho a demandarnos. Sin embargo, les recordamos a algunos temerarios que acuden a los juzgados alegremente que las acciones legales emprendidas contra una empresa, o contra personas, han de estar debidamente sustantivadas, pues en caso contrario podrían volverse en contra de quien las interpone.

Acatamos las leyes aunque muchas no nos gusten porque las consideramos perjudiciales para Canarias y porque no son nuestras; no están adaptadas a nuestra idiosincrasia de isleños. También acatamos, lo decimos una vez más, las decisiones de la Justicia. No obstante, insistimos igualmente que esto no es un bar de barra libre en una perpetua hora feliz.

Asumimos el peso de la púrpura que nos supone defender los intereses del pueblo canario. No hay logro más importante para una nación sometida que recuperar la libertad. Una libertad que, en el caso de nuestras Islas, les fue arrebatada a nuestros antepasados hace casi seis siglos. Libertad para vivir con nuestras propias leyes, para disfrutar los beneficios que nos proporcionan unos recursos que hoy en día se maman los españoles, para tener nuestra propia identidad -lo cual nos permitiría vivir con una dignidad de la que carecemos ahora mismo-, para establecer las relaciones internacionales con los países que más nos convenga y de la forma en que más nos interese, y no como ahora porque estar supeditados a lo que se dictamina en adrid supone continuar en la miseria.

Esta defensa del Archipiélago, esta denuncia de las tropelías que comete la etrópoli con su colonia canaria, esta actitud de decir la verdad de que tenemos un Gobierno autonómico presidido por un necio político, nos acarrea odios y pleitos en los tribunales, pero también el reconocimiento de los canarios auténticos. Incluso de los patriotas que militan en Coalición Canaria y que en modo alguno están de acuerdo con la presencia de Paulino Rivero. Al contrario, quieren que se marche de una vez. A ninguno se le pasa por la cabeza que pueda repetir como candidato de este partido a la presidencia del Gobierno regional.

Clama al cielo que sigamos colonizados. Parte de la culpa de lo que nos está sucediendo la tiene el falso nacionalismo de Coalición Canaria; un partido sumiso ante nuestros "amos" coloniales. Ayer hemos sabido que ariano Rajoy le comunicó a Paulino Rivero durante la visita de este último a La oncloa que las prospecciones petrolíferas en aguas canarias comenzarán antes de septiembre de este año. ¿De qué le ha valido tanta oposición a los sondeos al torpe político que preside el Gobierno autonómico? De nada porque quien manda es el amo español. Rivero solo es un lacayo político obligado a rendirle pleitesía a su señor. ¿Nos merecemos los canarios un presidente tan servil?

No nos lo merecemos. Nos merecemos tener nuestro propio país; nuestra propia nación con su Estado. Nuestra libertad, nuestra identidad -que es la de canarios, y no la de súbditos españoles ni la de europeos ultraperiféricos- y nuestra dignidad como pueblo, porque no podemos considerarnos personas dignas mientras sigamos colonizados por una nación situada en otro continente. Vivir como esclavos no es vivir. Es malvivir.

Por culpa de Paulino Rivero y sus compinches políticos, CC está funcionando como sucursal del nacionalismo español en estas sufridas islas. Algún día llegarán al Parlamento de Canarias los partidos patriotas que hoy están excluidos como consecuencia de una de las leyes electorales más absurdas que existen en los países democráticos. Lo primero que hará ese Parlamento auténticamente canario será nombrar una comisión de notables para negociar con la etrópoli el traspaso de poderes a Canarias. En su momento dijimos que Paulino Rivero era la persona adecuada para presidir la delegación canaria en esas conversaciones de descolonización. Estábamos muy equivocados porque no conocíamos bien al personaje. No sabíamos hasta dónde es capaz de llegar con tal de salvar su carrera política, aunque sea a expensas de que el pueblo se hunda en la miseria. A día de hoy, lo único que le pedimos al presidente regional es que dimita por el bien de los canarios y que se exilie por su propia seguridad.