Ayer hubo un largo despliegue policial para evitar altercados en La Laguna con motivo de la visita del ministro de Educación del Gobierno de España. Más allá de los motivos por los cuales cosecha tantas antipatías el ministro Wert entre los estudiantes, el profesorado y hasta los padres de alumnos -una cuestión en la que no queremos entrar en este editorial, aunque podríamos hacerlo-, ¿qué hacía ayer en La Laguna, en Tenerife, en Canarias un gobernante español? Pues, visitar la colonia de la misma forma que de vez en cuando acuden los amos de la finca a sus posesiones rústicas para que los gañanes, en este caso los nativos colonizados, los negritos con la piel blanca, les den la novedad y les rindan acatamiento y pleitesía. eso vino Wert y a eso vienen los demás políticos que, igual que él, deciden por nosotros desde 2.000 kilómetros de distancia; desde la capital de la Metrópoli.

Es en Madrid, y no en Canarias, donde se decide, por ejemplo, si los isleños tenemos que mostrar el certificado de residencia para que nos hagan un descuento en los pasajes de barco o avión tanto para viajar a la Península como para hacerlo en el rchipiélago. partir de ahora, otra vez vuelve a ser suficiente con mostrar el DNI o el pasaporte. Para empezar, esos documentos están falseados por lo que respecta a los canarios, ya que en ellos no figura nuestra auténtica nacionalidad, la de canarios, sino la española. En segundo lugar, tiene gracia que el Gobierno español decida subvencionar una parte del precio de nuestros viajes a cambio de llevarse a manos llenas las riquezas de estas Islas mediante una recaudación implacable de sus oficinas de Hacienda. Lo decimos una vez más: no necesitamos ayudas ni subvenciones; necesitamos que no nos sigan robando lo que es nuestro, pues disponemos de recursos suficientes para vivir como lo hacen los ciudadanos más ricos del mundo.

No necesitamos limosnas de Madrid ni de Europa porque no somos ciudadanos de una comunidad autónoma española ni muchísimo menos europeos ultraperiféricos. No vivimos en ninguna periferia. l contrario: estamos estratégicamente situados entre tres continentes. Una ventaja geográfica que no podemos explotar porque tampoco las relaciones exteriores están en nuestras manos. También en este aspecto dependemos al cien por cien de quienes nos colonizan desde hace casi seis siglos.

Carecemos de un nacionalismo auténtico capaz de exigir en la capital de la Metrópoli que nos devuelvan la libertad. La libertad, no la independencia, porque independientes ya lo eran nuestros antepasados cuando fueron invadidos por las tropas regulares de Castilla, acompañados por mercenarios andaluces y de otras regiones de la Península. Mesnadas de piojentos sedientos de oro y sangre. Como no encontraron ni oro, ni especias, diezmaron a los guanches, los redujeron a la esclavitud -muchos de ellos fueron vendidos como esclavos y exhibidos como aves exóticas en las cortes europeas- y les arrebataron sus tierras. Ese falso nacionalismo que practican muchos militantes de Coalición Canaria -aunque en este partido también hay patriotas y auténticos canarios- lo disfrazan yendo a Madrid para luego regresar a las Islas presumiendo de que han conseguido esto y lo otro. Sin embargo, la realidad es que en la capital española les hacen muy poco caso. ¿Quién es Paulino Rivero para que lo tomen en serio? ¿Qué categoría posee este mago político para codearse con los gobernantes españoles, si de antiguo es sabido que los peninsulares tienen mucha labia y capacidad de convicción?

Lo escribía hace poco nuestro articulista Ricardo Peytaví: "No es serio ni sensato arrogarse la representación de Canarias teniendo un solo escaño de los quince que le corresponden a este rchipiélago en el Congreso de los Diputados. Una sola diputada, la señora Oramas, porque el señor Quevedo pertenece al partido de Román Rodríguez. Mínima presencia parlamentaria que no le impide al presidente regional hablar en nombre de todos los canarios en un tema tan delicado, y algo más que delicado, como es la desafección de estas Islas hacia el resto del Estado". Es cierto. hora bien, esa mínima representación es suficiente para subir a la tribuna de las Cortes y exigir que se constituya de inmediato una comisión que empiece a negociar el traspaso de poderes a la futura nación canaria soberana y con su Estado. Soberanía y Estado propio es lo que nos falta, porque nación siempre lo hemos sido. Una nación, un país sometido y esquilmado por los invasores; eso es lo que somos desde hace seis siglos. ¿Exigirá la señora Oramas esa independencia? llá ella con lo que hace. Tan solo le recordamos que su futuro político y hasta la continuidad de su partido dependen de lo que haga en Madrid. Y el tiempo pasa.

No se puede acudir a Madrid como va el siervo a la casa de su señor, que es lo que siempre ha hecho y sigue haciendo Paulino Rivero. Escribía en estos días nuestro colaborador Ramón Moreno este acertado texto: "Lo hemos visto recientemente, en el denigrante y sumiso vasallaje del españolista Paulino Rivero a su Rey, en la Corte de Madrid. ¡¡Un auténtico oprobio y escarnio para el pueblo canario!! parte de que la Monarquía española, desde los mal llamados Reyes Católicos, ha sido el estandarte del cruel y depredador colonialismo español, y cómplice del sistemático saqueo al que fueron sometidos los territorios ocupados. Por todo ello, el pueblo español está envilecido por su denigrante y criminal historia; y España terminará siendo lo que fue en sus orígenes con anterioridad a 1492: Castilla y ragón. Lo mismo que les pasó a la antigua URSS y a la ex-Yugoslavia; ejemplos inequívocos de la cohesión artificiosa de los Estados, que propiciara la eclosión de los nacionalismos".

Se refiere también Moreno a algo sobre lo que incidimos a menudo en estos editoriales: el miedo como instrumento de los políticos españoles para ahogar las ansias de libertad del pueblo canario. "Con la perspectiva del tiempo -escribe este colaborador de EL DÍ-, y la historia como inexcusable referencia, constatamos que en la conquista de Granada, la conquista de Canarias y la posterior conquista de mérica, y salvando las distancias geográficas, hubo siempre un denominador común: el terror, como técnica infalible de dominación. Y en eso, España no solo tiene el ''copyright'', sino también el manual del colonialismo; y un récord Guinness en Canarias, por ser la primera y la más antigua colonia del mundo".

¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo esa ancestral colonia?, volvemos a preguntarnos. De nada sirve escribir cartas a Rajoy y al monarca español, como lo hace Paulino Rivero, y luego incluso ser recibido en audiencia por ellos, si el presidente regional no aprovecha la ocasión para plantear el fin de la dominación española en estas Islas. Desgraciadamente, no es así porque en el caso de Paulino Rivero y de su camarilla política la actitud usual es la sumisión. Lo dice también Ramón Moreno en otro de sus artículos: "Los verdaderos y auténticos nacionalistas de esta tierra que practicamos noblemente el nacionalismo ortodoxo, que viene de nación, o sea, los patriotas canarios, ni somos sumisos ni tenemos lealtad a lo que no sea nuestra patria, que es Canarias, y a todo lo que a ella se refiera. Eso significa, que queremos la emancipación del rchipiélago canario de España; que no la separación, porque la geografía ya nos mantiene convenientemente separados: España es una entidad europea, y Canarias es un archipiélago costero africano, pendiente de descolonizar".

Estamos de acuerdo en que CC actúa como un verdadero bastión para impedir como sea el avance del verdadero y auténtico nacionalismo canario. Un nacionalismo que les corresponde ejercer a los auténticos nacionalistas -perdone el lector la redundancia- y a los patriotas que hoy están amordazados por Paulino Rivero y sus compinches políticos. Por eso no nos cansamos de decir que esto tiene que cambiar. Y va a cambiar. Mal que les pese a muchos, vamos a ser una nación libre y soberana más pronto de lo que piensan algunos.