Felipe González, que fue un político relevante, lo que no ponemos en duda, ha tenido una trayectoria ideológica rayana en la contradicción desde el XXV Congreso donde se debatía la secretaría del partido, la que representaba en aquel momento Llopis en el exilio, pasando por el abandono del marxismo y ya con un viraje en redondo cuando se pronuncia sobre el modelo de Estado, que el que preconiza en la actualidad nada tiene que ver con el que en su día fue su batalla ideológica.

Días atrás en un cara a cara mantenido en un debate con Artur Mas y ante los pronunciamientos de uno y otro vimos a un elipe desconocido, romo, que más se parecía al PP defendiendo un modelo de Estado centralista que a un socialista venido a menos.

Artur Mas, que está en el empeño de obtener el permiso del Parlamento español para que se le permita convocar un referéndum para que el pueblo catalán opte o no por el derecho a decidir en este espacio del nacionalismo, defendía sus postulados nacionalistas con vehemencia y coherencia. Por otro lado, aquel elipe que en su día se definía con enjundia política considerando al Estado español como un Estado plurinacional, donde cada una de las naciones que componían ese Estado tenía pleno derecho a decidir hacia donde pretendían ir, o sea a ejercer el derecho a autodeterminación, estaba azorado, perplejo.

Pues bien, de aquello que dijo nada de nada. La vía de la autodeterminación es imposible. No lo contempla la Constitución y el respeto a la Constitución se impone por encima de todo, a pesar de que hay un alto porcentaje de gente que no la ha votado, simplemente por razón de edad, con lo cual no está actualmente refrendada.

Además dejaba entrever el miedo a que la Unión Europea se pronunciara en contra y dejara a España y a Cataluña al borde del precipicio, lo que no será así para Escocia ni tampoco para los belga flamencos.

Presenciando el debate no pude por menos que retroceder en la memoria desde el conocimiento mutuo en Salamanca y con la gente de Sevilla que fue su compañera de viaje, así como en el trayecto que hicimos de Los Rodeos a Madrid, donde se explayó en aquella conversación y lo que haría cuando llegase al Gobierno para transformar al Estado omnímodo en un Estado confederal con todas sus prerrogativas y derechos.

Pues ya ven, transformación ideológica ninguna. Mientras gobernó, cayendo en brazos de la socialdemocracia de Willy Brandt, y ahora que está instalado en sus diversas nominas mensuales, peor, pues apoya y defiende la recentralizacion a ultranza, cuestión por la que aboga el PP.