Teniendo en cuenta que en las Islas Canarias sufrimos una tasa de paro propia de países como Afganistán o Macedonia, y que podríamos denominar casi como una "economía de guerra" ya que, prácticamente la tercera parte de la población activa está sin trabajar, y que el Gobierno canario ya hace tiempo que no tiene inquietudes ni ánimos, y mucho menos ideas para buscar soluciones para tan siquiera bandear esta crisis, es más que evidente que ellos - la clase política que se atrinchera en su particular estatus de privilegio y ostentación- forma más parte del problema que de la solución. De hecho, sus políticas intervencionistas sobre el propio mercado canario y su desapego por defender el bien común y el interés general, acompañado de un permanente despilfarro del dinero público, les conduce a llevar a cabo políticas de distracción, partidistas y, sobre todo, populistas, utilizando para ello los medios de comunicación propios -de ellos, pero que los pagamos todos-, y ajenos, pero que en buena medida también los favorecemos y los sufragamos entre todos con campañas publicitarias, para convertirlos en medios dependientes y, por consiguiente, afines.

La cuestión es que no es de recibo ejercer como arma política el victimismo nacionalista y reclamar al mismo tiempo mayores transferencias al Estado y a instituciones europeas, mientras se limitan algunas actividades económicas o se echan a perder o se ignoran importantes recursos, como puedan ser las extracciones petrolíferas cercanas a nuestras costas, aduciendo hipotéticas catástrofes medioambientales y alarmando de forma innecesaria e irresponsable a la población canaria y, de camino, poniendo en peligro nuestra primera fuente de ingresos.

Para ello, para conseguir sus propios fines políticos y partidistas que nada tienen que ver con salvar la tierra, el mar, el medio ambiente o el universo mundo, el presidente canario, acompañado de los palmeros de turno -entre ellos los socialistas canarios-, ha decidido que ahora sí, ahora es conveniente "consultar al pueblo canario" haciéndole una pregunta trampa: ¿está usted de acuerdo con las prospecciones de petróleo autorizadas a la multinacional Repsol frente a las costas de nuestras islas? Y es tramposa porque si sale que "no", ¿eso implica que algunos metros o kilómetros más allá Marruecos "sí" puede extraer petróleo? Por otra parte, imagínense ustedes que se lleva a cabo la consulta y el gobierno central le retira la licencia a Repsol y se la da a otra compañía, ¿hacemos entonces otro referéndum para preguntar por esa otra compañía?

Y, puestos a consultar al pueblo canario, ¿por qué no se le ha preguntado antes por si se construía o no el puerto de Granadilla, ya que se presentaron nada menos que más de 100.000 firmas en contra de que se destruyeran los sebadales que componen un ecosistema único en dicha zona? O ¿por qué no se le consulta al pueblo por si en esta época de crisis merece la pena sostener una televisión y una policía autonómicas que no tienen más función que la de darle brillo a la vanagloria del presidente? O ¿por qué no se le consultó en su día a los canarios si el dinero que se destinaba a pagar alquileres - en 2009 y 2010 cerca de 40 millones de euros -, mientras se mantenían edificios de su propiedad cerrados, se podían haber utilizado para auxiliar a los que hoy no tienen ayudas para trasladarse desde sus lugares de residencia al hospital a recibir tratamientos, por ejemplo, para el cáncer? ¿O por qué no se le consulta, también, si es justo que, mientras se recorta el salario a los empleados públicos, se congelan las pensiones y se cercenan derechos adquiridos, se mantengan estructuras y gastos que no corresponden a competencias de la propia administración? Será por consultar.

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