La mera presencia política de Paulino Rivero en Canarias ya es insoportable porque, como decíamos ayer -y como venimos diciendo desde hace mucho tiempo-, él es el culpable de todos los males que sufren estas Islas. No exageramos al decir que es un colaborador inicuo de la esclavista y rapiñadora Metrópoli española. Si Coalición Canaria quiere sobrevivir como partido político y los canarios no queremos desaparecer como pueblo, tenemos que quitarnos de encima a este hombre incapaz de gobernar el destino de más de dos millones de personas. No lo criticamos como persona sino como político. Como persona nos merece el mismo respeto que cualquier ser humano; como gobernante, en cambio, es un detestable tirano que ha hundido a Canarias en un pozo del que difícilmente podremos salir.

A estas alturas del desastre dudamos de que sea posible una recuperación para esta tierra. Tal vez sí, pero solo si nos libramos de la opresión colonial y expulsamos del poder, e inclusive del Archipiélago, a Rivero y a su corte de compinches políticos. Rivero y su esposa deben exiliarse, una vez apeados de sus cargos, para no alterar el ánimo de los isleños con su presencia cada vez que salen a la calle. Todos ellos son culpables, por su sumisión, de que no hayamos avanzado hacia la independencia como sí lo han hecho los vascos y los catalanes. Ahora quiere Paulino Rivero una consulta sobre el petróleo; un referéndum. ¿Para qué? ¿Qué importancia tiene lo que diga el pueblo canario en una consulta si cualquier decisión relacionada con esta colonia se toma en la capital de la Metrópoli? o que decidamos o planteemos aquí carece de importancia porque lo anulan los políticos españoles de un plumazo porque España es la dueña de Canarias; la que decide si se reforma el Estatuto de Autonomía, si se aprueba el REF o si se puede invertir la RIC en África. Parece que a algunos les molesta reconocer que somos africanos. Si es así, entonces somos atlánticos.

El Parlamento de Canarias es un paripé. Sentimos decir esto por nosotros mismos, pues necesitamos una Cámara legislativa auténticamente canaria de la que salgan nuestras propias leyes y no las que nos imponen, o nos permiten aprobar, desde la Península. Por si fuera poco, el escudo de Canarias es el de los perros rampantes que lamen la corona española, en vez de ser el de las siete estrellas verdes. Y no únicamente eso: las siete islas aparecen con el mismo tamaño cuando siempre Tenerife ha estado arriba pues es la que tiene el Teide; el símbolo por excelencia de nuestra tierra. El Teide que no es el pico más alto de España; eso es falso porque este Archipiélago nunca ha formado parte de España.

Decíamos ayer en primera página que Paulino Rivero y los consejeros que forman su Gobierno de títeres políticos han dejado sin ayuda a un niño discapacitado. Poco le importa a este déspota político el sufrimiento de los canarios, aunque esos canarios sean niños indefensos. Ande yo caliente, que lo pase mal la gente. Que sufran los demás mientras yo pueda vivir en mi mansión y volar alto en el helicóptero; muy alto para que no vea las vergonzantes y vergonzosas colas del hambre. Tampoco va este tirano político a las urgencias de los hospitales. Así no ve a los enfermos amontonados en los pasillos, como si fuese este un país tercermundista o estuviésemos en tiempos de guerra. El caso es que somos un país del tercer mundo. Vivimos, lo repetimos una vez más, en la única nación africana que continúa colonizada.

legará el día en que acabará todo esto porque se hará Justicia. legará el momento en que Canarias no sea una colonia española. Entonces Rivero y sus esbirros políticos, carentes de protección, darán con sus huesos en la cárcel. Tienen suerte de vivir en los tiempos actuales. De haber hecho lo que están haciendo en la época de la Revolución Francesa ya habrían perdido la cabeza. Robespierre no hubiera tenido tanta paciencia porque lo que está sufriendo el pueblo canario, por un lado y por otro, clama al cielo. Hambre, miseria y pobreza por todas partes. Qué Apocalipsis. Qué hecatombe. Qué tragedia social. Qué desgracia estar presididos por un político necio que nos avergüenza a todos cada vez que sube al estrado y se pone a gesticular.