Hay noticias que uno no espera. e dicho en algunos artículos anteriores que el ciudadano de a pie, el que compra EL DÍA por la mañana y se toma un cortado en el bar cercano a su trabajo, a menudo se siente desamparado por las autoridades que rigen su municipio. Yo mismo, con frecuencia, aprovechando esta ventana al exterior que me ofrece este periódico, denuncio actitudes y actuaciones impropias de esas mismas autoridades por creer que, con esa capacidad que le han dado sus votantes, pueden hacer lo que les venga en gana. El viejo refrán "siéntate ante la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu vecino pasar" -en canario, "te espero en la bajadita"- se convierte en paradigma, pues cuando llega el momento de votar el pueblo llano no olvida su nefasta gestión -o la de su partido- y lo apean de la lista de quienes pretenden su reelección.

Como es natural -somos humanos- nos sentimos recompensados en nuestra labor cuando una de nuestras sugerencias va a ser llevada a la realidad; ojo, no quiero decir que vaya a ser así gracias a un artículo que hemos escrito -a mi edad uno pierde hasta la vanidad-, sino que también ha habido personas -en este caso quienes tienen en sus manos la posibilidad de realizarla- que han tenido la misma idea; o sea, hablando en plata, que no andábamos desencaminados cuando aportamos nuestro granito de arena a fin de resolver el problema.

Viene todo esto a cuenta de la noticia divulgada -y nada comentada- por los medios de comunicación respecto a las previsiones que contempla el Cabildo de Tenerife, en concreto el área de Dª Ana Lupe Mora, para este año. No va conmigo eso de revisar artículos anteriores en los que he tratado el mismo asunto, más que nada por que suelo tener mis ideas claras y no necesito refrescarlas para comprobar que donde dije diego dije diego, no digo. Por ello ahora repito los mismos argumentos que siempre he aportado cuando la ocasión se presenta: es absurdo dejar nuestros bosques bajo la vigilancia de unos cuantos servidores del Estado y la Comunidad Autónoma -¡qué gran labor la del Seprona y los guardias forestales!- para aumentar, cuando llega el verano y con él los incendios, sus plantillas.

No recuerdo muy bien -insisto, no quiero remover el pasado-, pero me parece que en una ocasión reflejé en un artículo el coste de esos hidroaviones que hay que alquilar anualmente para intentar disminuir los efectos del fuego. Son cientos de miles de euros, que a la larga constituyen un gasto indispensable puesto que los bosques que sufren el azote del fuego ya no son suyos, señor conde, sino del pueblo y, por ende, del ayuntamiento. Es mejor dotar el presupuesto anual en cuestión con una partida suficiente para contratar el personal necesario que cuide los bosques todo el año, no durante tres o cuatro meses, que es lo que ha hecho el Cabildo este año.

Según la información que he leído, la entidad insular dispone para este ejercicio de casi 25,7 millones de euros, habiéndose aumentado sustancialmente la dotación contraincendios. abrá más material para colaborar en esa tarea indispensable para la isla, pero sobre todo más personal; a ver si de una vez para siempre dejamos de considerar la idea de que los incendios son provocados por antiguos trabajadores a quienes no se les ha renovado su contrato de trabajo. Porque, además, el presupuesto que comento contempla actuaciones muy decididas -con la cofinanciación del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural- en la restauración de pistas forestales, construcción de infraestructuras, tratamientos silvícolas para la mejora de los pinares, monteverde y senderos -actividad esta, el senderismo, cada día más utilizada por muchos de los turistas que nos visitan-, acondicionamiento de varias torres de vigilancia, etc.

Como explicó Carlos Alonso en el acto de presentación de este plan, la prevención de zonas forestales mejorará la situación en verano, época de mayor riesgo de incendios. En esta ocasión un ¡hurra! por nuestras autoridades -sin que sirva de precedente-, por aquellas que saben cuál es su papel en el desempeño de sus funciones. Sin embargo, un pero: nada de esto tendrá los efectos que se esperan sin la decidida colaboración de todos nosotros. Ojo con las barbacoas, los cigarrillos mal apagados, las botellas de cristal y las latas, la quema de rastrojos, etc. ¿Será necesario insistir todos los años en lo mismo?