1.- El otro día soñé con una fábrica de tormentas. Instalada en un valle muy hermoso, estaba construida de planchas de latón con aristas redondas, parecidas a las que recubrían el fuselaje de los viejos "Junker", trimotores que tanto y tan bien volaron en Canarias. De la fábrica de tormentas salían, despachados para diversas partes del mundo, gotas frías, tormentas tropicales, tifones, tormentas perfectas, huracanes, remolinos de viento y otros fenómenos meteorológicos, todos malos. No fabricaban el arco iris, ni la aurora boreal, ni el sol de medianoche, ni las puestas de sol, ni siquiera el sirimiri. Pude distinguir cómo salían todos estos fenómenos de una inmensa chimenea y, ellos solos, se situaban en su lugar de actuación. Yo estaba situado en una colina y podía divisar claramente cómo partían unos hacia la Florida, otros con dirección a Asia y otros marchaban a la Península Ibérica. El mundo giraba a mis pies, pero no era un sueño cómodo porque al cabo empezó a moverse la montaña donde me encontraba; era un terremoto y a éste no lo habían construido en la fábrica de tormentas, sino que llegaba desde el centro mismo de la Tierra. Entonces me desperté. Miré el reloj y eran las cuatro de la madrugada.

Y, como escribí el otro día sobre Robert Maxwell, me puse a soñar con él. Fue porque me escribió Julio Rodríguez, subdirector de este periódico, para aclararme que el cadáver de Maxwell lo encontraron flotando en el mar, le practicaron dos autopsias y lo enterraron en Israel. Qué raro que Wikipedia no diga nada de esto. A Maxwell se sospecha que lo mató el Mossad, un par de horas después de cenar en el "Mencey". Me pone los pelos de punta pensar que estamos rodeados de miembros sin escrúpulos de los servicios secretos de distintos países, que actúan aquí, en nuestro entorno. O sea, que en las islas contamos con otra fábrica de tormentas mucho peor que la del sueño porque sus "operarios" tienen pistolas y sofisticados sistemas para matar.

3.- Ignoraba que existiera una fábrica de tormentas, ni siquiera en la ficción. A quién se le ocurre. No duermo bien en los últimos meses, ni con pastillas. No contaba con este ajetreo tras la jubilación, así que yo mismo me lo he buscado. Me pondré a investigar sobre el particular.

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