Leo unas interesantes reflexiones sobre lo que le hubiera ocurrido a Arturo Mas a estas alturas si sus bravatas independentistas las estuviese proclamando en cualquier país sudamericano, o en Estados Unidos, en vez de en España. a comparación con América es adecuada pues todas las naciones de ese continente accedieron en su día a la independencia. En cualquiera de ellas, señala el autor del artículo que analiza lo que está ocurriendo en Cataluña, Mas y sus acólitos estarían en la cárcel tras ser destituidos de sus cargos por el Gobierno central bajo la acusación de sedición. El término es adecuado porque conviene llamar a las cosas por su nombre. El único "pero" que le pongo al autor de este acertado dictamen es de carácter territorial: Mas, y alguno más, estaría en presidio no sólo en América del Norte o del Sur, sino también en Francia. Un país, sobra recordarlo, limítrofe con Cataluña y a poco más de una hora en coche desde Barcelona cuando hay algo de tráfico en la AP7; la autopista de peaje que lleva desde la Ciudad Condal a la tierra de los gabachos.

Ciertamente lo que está sucediendo en España con los nacionalismos periféricos es difícil de explicar y mucho más difícil de entender. ¿No hemos tenido tiempo en 37 años de cerrar el proceso de transferencias a las autonomías? Porque en algún momento habrá que parar, digo yo al igual que lo afirma el sentido común. En algún momento habrá que decir hasta aquí hemos llegado. No en plan desafiante, ni mucho menos, sino porque se ha alcanzado el límite de lo que es transferible o, para hablar con más precisión, de lo que se quiera transferir. Todo ello al margen de la eficacia en la gestión de las competencias cedidas. En el caso de Canarias no tenemos ahora una mejor Sanidad y un mejor sistema educativo público que cuando ambas competencias las tenía sólo el Gobierno central. Por lo demás, ¿qué quiere decir Paulino Rivero cuando menciona una y otra vez -parece un disco rayado; un disco de los antiguos, claro, porque los cedés no suelen averiarse de esa forma-, como si fuera un mantra, el asunto de avanzar más hacia el autogobierno?

El autogobierno es un eufemismo para no asustar al personal con la independencia. Una opción que hoy por hoy no da votos sustanciales en estas Islas. En caso contrario, la señora Oramas no andaría por la Tele del Estado proclamándose -y de paso proclamando a su partido- como anti independentista. "a derecha se disfraza de lo que haga falta", me dice un gallego de izquierdas refiriéndose a CC. Un gallego que lleva más de treinta años en Tenerife. "¿Independentistas? ¡Si son más de derechas que yo!", exclamó Miguel Cabrera Pérez-Camacho, también en un programa de Televisión Española, al referirse a "lo nuestro". "Che orrore, la mafia è anche qui", me dijo, asimismo, un italiano cachondo al ver una valla electoral de Coalición Canaria: "lo nuestro, cosa nostra". A lo mejor el nacionalismo vernáculo debería elegir mejor a quienes les escriben los eslóganes.

Mientras tanto, casi seis millones de parados entre aquí y allá. ¿Para reírse o para llorar? Mejor nos reímos porque ya habrá tiempo de llorar.

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