Comentan quienes saben de estas cosas que el 80 por ciento de la información utilizada por los servicios de inteligencia está publicada en los periódicos. Acaso esa otra quinta parte que no se consigue con tanta facilidad sea la realmente interesante. No lo sé, pero en ningún caso el espionaje al uso es el que vemos en las películas. El espionaje real requiere ejércitos de analistas devanándose los sesos para relacionar montañas de datos y obtener conclusiones. Resulta más importante destilar la información obtenida que obtenerla.

Lejos de materializar intentos de espionaje político, industrial o económico, los estudiantes españoles -acaba de evidenciarlo otro informe PISA- cada vez son menos capaces de utilizar lo que saben para resolver problemas de la vida diaria. No es que sepan mucho, la verdad por delante, pero el exiguo bagaje intelectual que obtienen en la escuela no les sirve, en una amplia mayoría de casos, para interpretar un mapa, organizar un viaje que implique utilizar distintos medios de transporte o programar un reproductor de MP3.

La culpa de este desastre no la tiene el piberío sino el sistema. No me refiero al sistema político, pese a que los políticos se han convertido en los muñecos de paja donde todos descargan su furia a palos. Lo que está sucediendo en España es consecuencia de una escuela y un bachillerato encauzados hacia la adquisición de conocimientos sin más. Al niño se le inculca que debe aprender cuanto le enseña el maestro. El "mae", como se denomina al docente en algunos centros porque la estupidez se ha convertido en un problema congénito. Lo mismo ocurre en el instituto, aunque llegada esta etapa el que enseña no es el "mae" sino el "profe". Y de la enseñanza media a la Universidad. Aunque alcanzada la etapa de la educación superior se aplican más los conocimientos adquiridos, en esencia seguimos con más de lo mismo. Los universitarios con mejores notas, los que se quedan como profesores en los departamentos para perpetuar el sistema, no son los que se cuestionan con rebeldía la validez y, sobre todo, la utilidad de lo que les enseñan; los alumnos de sobresaliente son los que se limitan a memorizar apuntes y vaciarlos en los exámenes sin cuestionarse casi nunca lo que están haciendo.

¿Quiere usted ganar dinero en la bolsa? Hay un puñado de fórmulas de las matemáticas financieras que puede aprender en un mes. Saber cuál es el fundamento matemático de esas fórmulas cuesta un poco más de tiempo y esfuerzo, pero no hace falta para operar en los mercados, de la misma forma que no es imprescindible entender cómo funciona un motor para conducir un coche. No obstante, más allá de esas herramientas matemáticas para moverse en el mundo de los negocios está la capacidad de procesar mucha información. Datos que no proceden de altos despachos corporativos, sino que suelen estar en las páginas económicas de los periódicos. La información privilegiada es otra cosa, además de que comete un delito quien la utiliza.

Y así con todo. Porque, llegados a este punto, ¿se le puede pedir que elabore una estrategia curricular pensando en las empresas susceptibles de contratarlo a quien no es capaz ni de orientarse con un mapa simplemente porque nadie le ha enseñado a hacerlo?

rpeyt@yahoo.es