Se ha escrito mucho estos días sobre San José de Anchieta, el nuevo santo de la Iglesia Católica, llamado el apóstol de Brasil, pues fue allí donde desarrolló principalmente su extraordinaria labor. No voy por tanto a descubrir nada nuevo de lo que se haya dicho ya. Simplemente voy a hacer un breve resumen de lo que ya se ha publicado y compararlo, con las diferencias oportunas, con otro tinerfeño universal Agustín de Betancourt y Molina.

Nació San José de Anchieta en San Cristóbal de La Laguna, el 19 de marzo de 1534. Su padre era don Juan de Anchieta y Celarayan, natural de Urrestrilla (Guipúzcoa). Su madre, doña Mencía Díaz de Clavijo y Llarena, hija de Sebastián Llarena, judío converso. Se había casado en primeras nupcias con don Nuño Nuñez , judío sevillano, y en segundas nupcias con don Juan de Anchieta. Por vía paterna, el padre Anchieta esta emparentado con San Ignacio de Loyola. Sus padres, llevados por la fama de los estudios de los jesuitas en la Universidad de Coimbra, decidieron que el joven lagunero marchara a Portugal a completar su formación, pues gramática, latín, matemáticas y ciencias había estudiado ya en La Laguna. Completó pues sus estudios en Coimbra, se dedicó inicialmente al estudio y la oración, destacó en el noviciado jesuítico, donde entró por su ascetismo y oración ante el Sagrario, produciéndose una escoliosis en la espina dorsal por sus múltiples genuflexiones ante el mismo. El provincial de los jesuitas, aconsejado por los médicos decidió que José de Anchieta partiera hacia Brasil, lo que realizó el 8 de mayo de 1553, con 19 años. El 13 de junio llegaba a Bahía de Todos los Santos, comenzando su labor apostólica.

En octubre de ese año, se traslado a San Vicente, donde había mucha falta de adoctrinamiento. De allí, en 1554, fue destinado a Piratininga, donde se fundó un colegio, posible origen de la ciudad de Sao Paulo, donde Anchieta desarrolló una gran labor docente y de predicación del Evangelio, componiendo las conocidas en aquella época en Brasil cantigas devotas, que recitaban los niños. Cuenta la tradición que en el viaje desde San Vicente a 60 km, se olvidó de su breviario, y volvió a recuperarlo, ¡ 120 km.!, lo que realizó en "10 minutos", ¿lo trasladaría un ángel? El padre Anchieta fue ordenado sacerdote en 1565, llegando a ser superior de la Casa de San Vicente y posteriormente "provincial" de los jesuitas en Brasil. Su entrega al apostolado y su defensa de los nativos hizo que se le conociera como el Apóstol y el Santo. Su obra fue inmensa, no solo en lo religioso, también en la ciencia, por sus conocimientos naturalistas y en las artes, como poeta, más de 6.000 versos latinos; en la gramática, en la literatura, numerosas obras, y en el teatro, más de 15 obras. De él se conservan cartas descriptivas de seres y cosas brasileñas, estudios sobre meteorología, sobre la fauna y flora, con sus aplicaciones medicinales. En mineralogía, escribía en 1554 el descubrimiento de gran cantidad de oro, plata, hierro y otros metales. ¡No hay en el siglo XVI una figura tan importante en el ámbito cultural!

En 1586, con 52 años, se retiró al colegio de Río de Janeiro, totalmente agotado; posteriormente pasó a la Capitanía del Espíritu Santo, donde murió el 9 de junio de 1597, con 63 años, en la aldea de Reritigba, hoy Aldea Anchieta. Se cuentan por millares los milagros debidos a su intervención, no debidamente justificados, entre ellos sus portentosas cualidades para dominar a los animales. Fue beatificado en 1980 por el papa Juan Pablo II, y ha sido el papa Francisco quien lo ha declarado Santo el 4 de abril de 2014, mediante decreto. El próximo día 24 de abril tendrá lugar en Roma la solemne misa de Acción de Gracias en su honor celebrada por el papa Francisco. El 10 de mayo se celebrara en la catedral de La Laguna una eucaristía de similares características, oficiada por el obispo Bernardo Álvarez.

La similitud con Betancourt la menciono por el desconocimiento del pueblo de Tenerife, en general, salvo escasas elites, de estas dos grandes figuras tinerfeñas, una del siglo XVI y otra del siglo XIII, una en el ámbito religioso y cultural, principalmente en Brasil, otra como introductor de las nuevas tecnologías en ingeniaría y arquitectura, en España y Rusia, fundando las primeras escuelas de ingeniería civil en ambas naciones . Ambos permanecen sin una casa museo donde mostrar sus portentosas y variadas obras para conocimiento del pueblo y del turismo. Al menos Anchieta tiene una casa en La Laguna que espero se rehabilite y se convierta en su museo.

Expreso mi más sentido pésame a la Dirección de El DÍA, por el fallecimiento de su editor-director don José Rodríguez.