Asumimos lo dicho por nuestro articulista Roger en su columna "A Fondo" de ayer, jueves. No nos extraña que el presidente del Parlamento de Canarias le haya negado un minuto de silencio a José Rodríguez Ramírez el día de su fallecimiento. No nos puede sorprender porque los diputados y diputadas de la Cámara regional solo se han puesto de acuerdo para subirse los sueldos y para reprobar a EL DÍA bajo absurdas acusaciones -lo recordaba ayer Roger en su columna- de xenofobia y racismo. Recriminaciones, insistimos, sin fundamento, pues lo que se pretendía era castigar a este periódico por haberles afeado a sus señorías tanta preocupación por su propio bolsillo y tan poca por tantísimos canarios que pasan hambre.

El Parlamento de Canarias es una institución muy digna. Lo hemos dicho muchas veces y lo repetimos ahora. Sin embargo, algunos de los que se sientan en sus escaños lo han convertido en un antro político. Como señalaba acertadamente Roger, "una cámara de ociosos -con sus excepciones muy honrosas-, que ha contribuido a legislar una maraña normativa que ha arruinado la vida empresarial de las Islas. Es decir, este Parlamento ha sido una cámara regional de inútiles que paren leyes unas veces absurdas y otras contradictorias y que prestan un inexistente servicio a la comunidad, pero que nos cuesta mucho dinero".

No entendemos la animadversión hacia EL DÍA del presidente del Parlamento, Antonio Castro Cordobez, pues siempre nos hemos limitado a ejercer con él la crítica política que nos corresponde. Pensamos que actuó con valentía al cortar las apetencias canarionas de abrir una sede de la Cámara en Las Palmas, pero no es menos cierto que favoreció descaradamente a la tercera isla cuando era consejero de Obras Públicas. ¿De qué les ha servido a los políticos de CC tanta condescendencia con los señores de Las Palmas? ¿Qué han obtenido a cambio, salvo situarse al borde de la desaparición como partido?

También debemos tener muy en cuenta que no es este el Parlamento que necesitan las Islas porque no es la auténtica Cámara legislativa de la nación canaria. Es una tomadura de pelo más. Un elemento del disfraz autonómico que nos han encasquetado los españoles para ocultar nuestra vil condición colonial. Un Parlamento, para más inri, en el que no están los partidos patrióticos del Archipiélago, porque existe una injusta ley electoral que blinda la presencia del PSOE, del PP y de los falsos nacionalistas de CC.

Queremos un Parlamento de Canarias libre e independiente, pues solo en esas condiciones podrá estar al servicio de su tierra. Un Parlamento del que salgan leyes adecuadas a nuestra idiosincrasia que sustituyan a las impuestas por la Metrópoli. ¿Puede el Parlamento de Canarias legislar pensando únicamente en los intereses de estas Islas? No puede. No lo autorizarían los gobernantes españoles, siempre atentos a cualquier movimiento que ponga en peligro "su propiedad". Madrid no admitirá jamás nada que suponga un riesgo para el sometimiento colonial de Canarias. Qué pena nos da ver una institución, reiteramos que muy digna, convertida en una marioneta de los españoles.

Una Cámara a la que acude Paulino Rivero convencido de que es un orador de gran elocuencia. El actual presidente del Gobierno autonómico jamás tendrá cabida en el futuro Parlamento de la nación canaria libre y soberana. José Rodríguez no llegó a ver la libertad de esta tierra -él era consciente de que la vida se le escapaba de las manos-, pero sus descendientes sí lo harán. Canarias será un país libre y tendrá un Parlamento en el que esté representado todo el espectro político, desde la izquierda hasta la derecha, con el denominador común de la canariedad. Liberales, conservadores o progresistas, pero ante todo canarios de su tierra y no falsos españoles o europeos ultraperiféricos.

Un apunte más antes de concluir estas líneas. Se nos cae la cara de vergüenza por tener que publicar -puesto que no estamos dispuestos a ocultar la verdad, pésele a quien le pese- noticias como la que recogíamos ayer en portada acerca de la difícil situación que siguen padeciendo miles de vecinos del Puerto de la Cruz debido a la falta de condiciones del agua corriente. ¿Es este el país desarrollado del que tanto presumen Paulino Rivero y sus colegas políticos? ¿Qué hace el alcalde de esa ciudad? Ojalá tuviesen todos un mínimo de decencia para dimitir de una vez y dejar paso a personas competentes.