Estimada amiga Mercedes, la noticia de la muerte de tu padre me coge en La Palma y, desde aquí, te expreso mi sentido pésame, que ruego transmitas a tu hijo, hermano y demás familia y también a los que en otro tiempo fueron entrañables compañeros en ese periódico.

EL DÍA forma parte substancial de mi biografía y don José Rodríguez siempre me trató con generosidad y elegancia, que eran expresivas de su bonhomía y virtudes personales.

Tengo que agradecerle la atención que el periódico dispensó a alguna de mis actividades culturales y reconocer, como todo el mundo, que fue un portavoz de las aspiraciones de Tenerife y de los tinerfeños y una ventana abierta a la libertad de opinión que es una de las bases de la democracia.

Ten el consuelo de su recuerdo, que perdurará entre quienes le conocimos y, sobre todo, en la masa de personas que a través de sus inquietudes y compromiso aprendieron a querer la Isla, las Islas y, si ya lo hacían, a aumentar esa corriente de amor por la tierra, que es la clave para contar con una tierra digna parta nuestros hijos y un futuro abierto para las nuevas generaciones.

Esos fueron sus sueños y así fue el rumbo de su trabajo. Por eso, será recordado.