El Congreso de los Diputados ha dicho no a la consulta sobre las prospecciones petrolíferas que quiere hacer el Gobierno de Canarias. ¿Alguien esperaba otra cosa? Ahí tienen el premio a las recientes declaraciones de Ana Oramas sobre la lealtad a España y la inconveniencia de plantear la independencia de estas Islas. La señora Oramas ni siquiera apoyó -se abstuvo- la celebración de la consulta soberanista en Cataluña. No lo hizo pese a militar en un partido nacionalista. Qué vergüenza. Preferimos a Ana Oramas como candidata a la Presidencia del Gobierno regional que a Paulino Rivero. Un tercer mandato de Rivero supondría una catástrofe de la que jamás nos recuperaríamos. No nos importa que sea la señora Oramas, pero no con estos planteamientos.

La mejor opción para encabezar CC y presidir el Ejecutivo autonómico sería alguno de los patriotas que militan en este partido. ¿A qué esperan esos canarios auténticos, hoy amordazados por Rivero y sus acólitos, para romper las ataduras y dar un paso al frente? Colonizados, como lo estamos ahora, no podemos decidir sobre las prospecciones ni sobre nada. El Parlamento de Canarias -lo decíamos en nuestro comentario de ayer- actúa al dictado de Madrid. A veces, como ha ocurrido con el asunto del petróleo en aguas próximas a Canarias, toma la iniciativa, pero sin resultados prácticos: lo que se aprueba en las Islas debe pasar inexorablemente por el filtro de la capital de la Metrópoli. Al final son los gobernantes españoles quienes deciden por nosotros a 2.000 kilómetros de distancia.

Esto es un disparate sin necesidad de que lo diga EL DÍA. Estamos ante un evidentísimo caso de dominación y sometimiento colonial, aunque siempre se ha dicho que no hay mayor ciego que quien no quiere ver. Allá los españolistas, los amantes de la españolidad y hasta los leales a España si quieren permanecer con una venda en los ojos. Lo que no pueden pretender, porque en modo alguno va a ocurrir, es que los demás cerremos los ojos a la realidad que nos agobia el día a día de nuestra esclavizada existencia. ¿Tendríamos los mismos índices de paro, de fracaso escolar, de deficiencias en el sistema de atención sanitaria -no en el sistema en sí, que cuenta con grandes profesionales aunque están desbordados por la ineptitud de los políticos- y el mismo número de personas en las colas del hambre si dependiésemos de nosotros mismos y, consecuentemente, fuésemos dueños de nuestros recursos?

Entre los muchos artículos elogiosos sobre la figura de José Rodríguez Ramírez que se siguen publicando hemos leído con interés uno aparecido ayer en un diario tinerfeño. Decía su autor que el editor de EL DÍA era consciente de que no llegaría a ver a Canarias convertida en una nación soberana. Él no, pero sus descendientes sí lo harán. La libertad de esta tierra llegará antes de lo que se imaginan muchos por razones históricas, económicas, de ordenamiento internacional y de sentido común. ¿Qué importancia práctica tiene pedirle permiso a Madrid para que autorice un referéndum -o consulta- sobre los sondeos, si Canarias no tiene autoridad sobre las aguas en las que van a ser realizados por una compañía española? Lo primero es tener potestad sobre ese mar territorial. Algo imposible si no alcanzamos antes el estatus de nación soberana, pues mientras sigamos siendo el archipiélago de un estado situado en otro continente esas aguas son marroquíes, diga lo que diga el Gobierno español.

Otro asunto que nos tiene perplejos es el de las viviendas en Santa Cruz. El Grupo Popular en el Consistorio de esta ciudad presentó ayer unas certificaciones del Ministerio de Fomento, según las cuales el organismo Viviendas Municipales ha recibido 3,8 millones de euros como adelanto para la ejecución de los convenios para rehabilitación. Recordamos que la responsable de Viviendas Municipales es Ángela Mena. ¿Qué le importa a la señora Mena la gestión diligente de fondos para alquiler de viviendas sociales, si ella vive en su palacete como una virreina política? ¿Por qué no pide el PP, como lo hacemos nosotros desde hace mucho tiempo, la dimisión inmediata de esta concejala? Cuánto ganaría Canarias con la desaparición de la escena política de la señora Mena y de su marido, el señor Rivero. Que se vayan los dos, junto a la caterva de vividores políticos que los rodean, muy lejos de estas islas. Que se marchen a las Islas Fidji o a donde les dé la gana, pero que no le sigan haciendo daño a tantas familias canarias.