Vivir para ver: "Hacienda devuelve más de 19 millones a los contribuyentes canarios en las primeras dos semanas de la campaña de renta", adelantábamos ayer en nuestra edición digital. Devuelve lo que ya se ha llevado indebidamente, nos aprestamos a añadir, porque ese dinero no es de los españoles; es de los canarios. Esos recursos les pertenecen a unas Islas que siguen colonialmente esquilmadas. Dirá alguien que exageramos porque entre nosotros abundan, como repetía José Rodríguez, los españolistas, los amantes de la españolidad y hasta los leales a España. Sin embargo, no son a esos "canarios de servicio" -expresión que utilizaba a menudo Antonio Cubillo- a los que les dan la razón los hechos, sino a EL DÍA. A quien lo dude lo remitimos a otra noticia que también publicábamos ayer: el PIB por habitante es un 15% menor en Canarias que la media española. Con los números en la mano, somos una de las comunidades autónomas más desfavorecidas en este aspecto. Con 18.873 euros de PIB por habitante estamos muy lejos del País Vasco (29.959 euros), Madrid (28.915), Navarra (28.358), Cataluña (26.666), La Rioja (25.277), Aragón (24.732) e Islas Baleares (23.446).

¿es posible que todavía alguien nos llame llorones por quejarnos de semejante injusticia? ¿Cómo se entiende que un Archipiélago que recibe nada menos que doce millones de turistas cada año genere menos riqueza que La Rioja o Baleares? En Baleares la temporada turística no dura todo el año. En Canarias, sí. Sin embargo, somos más pobres. Lo somos porque España arrasa nuestros recursos. Tal vez expresiones como esta les suenen muy duras a los españoles, pero mucho más duro es para nosotros ver las colas del hambre, la emigración de nuestros jóvenes y un desempleo que no deja de ser alarmante, pese a los planes de Paulino Rivero y su camarilla política, cuando en realidad podríamos vivir mucho mejor.

No nos merecemos la pobreza que nos imponen desde Madrid. Aunque, a veces, hemos escrito en estos editoriales que tal vez sí la merecemos. Tenemos lo que nos corresponde por culpa de nuestro aplatanamiento. ¿Cuántas veces hemos dicho que el pueblo canario ha de salir a la calle para exigir, pacíficamente, el fin del colonialismo? No agitamos a las masas para que se produzcan altercados violentos, pese a que nuestros enemigos nos acusan constantemente de incitar a la rebelión. Detestamos la violencia porque no conduce a nada. Gandhi liberó a la India de las manos de los ingleses con su inquebrantable filosofía de la no violencia. Los nacionalistas catalanes están haciendo lo mismo con su nación siguiendo idéntico camino. ¿Por qué hemos de seguir los canarios narcotizados? ¿Por qué hemos de permitir que nos sigan aterrorizando con la idea de que no podríamos subsistir si rompemos los lazos que nos unen a España? Lazos que en realidad son cadenas, pues desde hace casi seis siglos nos somete el pesado yugo del colonialismo.

Ya que hemos citado el caso catalán, si tanto Cataluña como Vasconia quieren independizarse, incluso teniendo un alto PIB por habitante, ¿por qué hemos de seguir los canarios unidos a España? Además, esas dos naciones de la Península ibérica están físicamente unidas a España. En cambio, nuestras Islas se encuentran nada menos que a 1.400 kilómetros de las costas peninsulares y a 2.000 de su capital. Seguir formando parte de España, aunque sea con el burdo disfraz de comunidad autónoma, es un disparate. Nadie con dos dedos de frente puede defender esta opción.

Cuando nos referimos a Cataluña y al País Vasco no podemos olvidar que ambas naciones ibéricas poseen partidos nacionalistas auténticos y fuertes. Coalición Canaria no es una formación política robusta ni auténticamente nacionalista. ¿Qué hacen Paulino Rivero y los consejeros del Gobierno autonómico que preside cuando aparecen noticias como las del bajo PIB regional? ¿Dan un puñetazo sobre la mesa y dicen que así no podemos seguir o, por el contrario, mantienen su actitud condescendiente con los "amos" de Madrid? No dudamos en afirmar que se someten con más entusiasmo a los dictados de los gobernantes españoles. Como se dice popularmente, les va la marcha. Cuantos más palos reciben, más contentos se ponen.

No tan contentos están los canarios que pasan hambre, los que deben emigrar o los que esperan y se desesperan en las listas de espera para recibir atención hospitalaria. Lágrimas y crujir de dientes que no afectan en absoluto a Rivero, porque para eso vuela alto en helicóptero o se desplaza en un coche oficial con los cristales ahumados para no ver la miseria que él, y sus colaboradores más directos, son incapaces de erradicar porque la han creado ellos mismos. Hasta David Cameron, primer ministro británico, optó por un vuelo de bajo coste para desplazarse con su familia hasta Lanzarote, donde pasa sus vacaciones de Semana Santa. ¿Viajan Rivero y su señora esposa en preferente o en turista cuando van a Madrid, siempre que los convocan para asistir a un acto oficial de la Metrópoli? ¿A cuenta de qué el boato de estos políticos, si el presidente del Gobierno de uno de los países más ricos del planeta viaja en Ryanair?

Esa es la diferencia entre vivir en un país civilizado o en la colonia de un país que no pertenece al primer mundo, como es el caso de España, aunque forme parte de la Unión Europea. Nada tenemos contra España y los españoles. Queremos que nuestras relaciones futuras sean buenas, como han de serlo siempre entre dos países libres. Un entendimiento que pasa, inexorablemente, por que se atiendan nuestras justísimas y justificadísimas reivindicaciones de libertad. Primero la independencia; después, todo lo demás.

Por otra parte, hacemos nuestras las manifestaciones del presidente de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias, Santiago Rodríguez, cuando dice que el sector turístico debe apostar por lo nuestro. Hemos cometido el gran error de abandonar nuestra agricultura. La actual dependencia del exterior es alarmante. Durante los años de crecimiento económico a los isleños les era más rentable trabajar en la construcción o en la hostelería que en el campo. Ha llegado la hora de subsanar este yerro. Hay que ayudar al sector primario porque resulta primordial en cualquier economía. Canarias ha superado muchas hambrunas gracias a la agricultura de subsistencia y nunca se sabe qué puede suceder en el futuro.

Estas ideas acertadas sobre la agricultura, y sobre cualquier otro sector de la economía de Canarias, las pueden tener políticos competentes. Las pueden tener hombres y mujeres brillantes, pero no quienes tienen en sus manos actualmente el destino de los más de dos millones de personas que habitan en estas Islas. Ni Rivero, ni sus consejeros autonómicos están a la altura de las circunstancias. No valen para esos cargos. Son tan incompetentes como ha sido declarada Ángela Mena por la oposición del Ayuntamiento de Santa Cruz. Aunque sin peineta ni mantilla, a la señora Mena no le ha quedado más remedio que ponerse en pie para guardar un minuto de silencio por la memoria de José Rodríguez. Un canario que sí tenía visión de futuro. Por eso no se explicaba la razón de que el pueblo no se hubiese echado a la calle para protestar por los estragos que nos causa el colonialismo y también los gobernantes regionales. Ojalá todos ellos sigan el consejo que les daba este indudable patriota y dimitan para no seguir haciendo daño.