El rey de Marruecos, Mohamed VI -que conoce perfectamente las "andanzas" de este personaje- mantuvo el pasado sábado una tensa entrevista telefónica con Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, en la cual, el monarca marroquí reiteró los compromisos constantes y la cooperación constructiva del Reino para llegar a una solución política definitiva a este diferendo regional, en el marco de la soberanía marroquí.

En este contexto, Mohamed VI llamó la atención al secretario general sobre el imperativo de preservar los parámetros de la negociación tal como son definidos por el Consejo de Seguridad, salvaguardar el marco y las modalidades actuales de la implicación de la ONU y evitar los enfoques parciales y las opciones peligrosas.

Parece ser, según ha trascendido en medios diplomáticos de Nueva York, sede de este organismo, que Ban Ki-moon estaría resucitando el asunto de los derechos humanos en el Sáhara con la pretensión constituir una especie de ente regulador de los derechos humanos en el territorio, que trasciende la propia naturaleza y misión de la Minurso.

El rey de Marruecos ha sido muy claro: cualquier desviación de esta vía sería fatal para el proceso en curso y supondría un grave riesgo para toda la implicación de la ONU en el caso. La entrevista evocó también las constantes acciones e iniciativas laudables de Mohamed VI a favor de la estabilidad y del desarrollo del continente africano.

El caso es que el secretario general de la ONU debiera preocuparse más de preservar la paz en el mundo, como es su obligación, y de condenar la vulneración de los derechos humanos en otras zonas. Así lo exigen las graves denuncias de Amnistía Internacional sobre la represión de disidentes en Argelia, recogidas en un comunicado de esta ONG firmado por su directora general, Nicola Duckworth.

De Ban Ki-moon hay que decir, en primer lugar, que está totalmente desprestigiado. Así lo corrobora la "Carta abierta al deshonorable Ban Ki-moon", que le escribió un conocido periodista libanés llamado Hassan Hamadé, en la que denuncia, entre otras cosas, que el secretario general de las Naciones Unidas fue al Líbano a preparar una posible acción de la OTAN contra Siria. "Demasiado ocupado en conspirar contra la paz que debería defender, olvidó informarse sobre las violaciones de la soberanía libanesa que a diario comete Israel", dice Hamadé.

En esa misiva publicada en la prensa libanesa, este pensador árabe interpela a Ban Ki-moon y a su representante, un tal Rod Larsen, para recordarles que "ellos mismos, lejos de encarnar los principios que predican, no son otra cosa que dos sinvergüenzas culpables de corrupción". Hassan Hamadé recuerda asimismo a Ban Ki-moon, a la sueca Inga-Britt Ahlenius, muy valorada por su integridad como secretaria general adjunta de la ONU, y responsable de la United Nations Office of Internal Oversight Services (OIOS), oficina cuya misión consiste en garantizar el buen funcionamiento del "gran trasto" (término utilizado por De Gaulle para referirse a la ONU), particularmente en el sector de las finanzas, cargo que ejerció durante este mandado del secretario general.

La señora Ahlenius, cuya trayectoria profesional fue siempre irreprochable tanto en Suecia como en el aparato administrativo de la ONU, redactó un informe de unas 50 páginas sobre el estado de la organización en el aspecto financiero, y sobre el uso de los fondos públicos en los presupuestos de los diferentes departamentos. El dossier señala a Ban Ki moon como responsable máximo de los abusos financieros cometidos en el servicio que éste dirige; culpándolo inclusive de falta de transparencia, y llegando a decir: "Señor, su acción no tiene precedentes (...) Usted se merece algo más que una condena".

Inga-Britt Ahlenius, que debido al cargo que ocupaba, dirigía la guerra contra la corrupción en el seno de la ONU y vigilaba el buen funcionamiento de los servicios, y ha escrito que tiene la certeza de que el secretario general Ban Ki-moon está implicado en el desorden financiero y en la total falta de transparencia que caracteriza la administración que dirige. La señora Ahlenius llega a decir: "La acción de usted ha carecido de transparencia y no ha respetado las reglas de auditoría"; concluyendo: "Siento tener que decir que la Secretaría General entra en una fase de descomposición, que está desmoronándose por completo, sin salvación".

¿En manos de qué sujetos está el mundo?

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