El Parlamento de Canarias no es una institución útil para estas Islas. Lo será en su día, cuando alcancemos el estatus de nación soberana, porque entonces las leyes que elaboren sus miembros estarán hechas en Canarias, de acuerdo con la idiosincrasia de los canarios y pensando en los intereses de nuestro Archipiélago. Mientras tanto, la Cámara legislativa regional es un refugio de ociosos que cobran mucho por hacer muy poco. Sin embargo, como pese a todo siempre hay que guardar las apariencias, sus señorías se proponen volver a debatir la reforma del Estatuto de Autonomía a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa.

Reformar el Estatuto de Autonomía de Canarias no solucionará ninguno de los problemas de estas Islas. No le dará trabajo ni a uno solo de los casi 400.000 isleños que están en paro, ni acortará las listas de espera sanitaria, ni evitará la emigración de nuestros jóvenes, ni acabará con las vergonzosas -y también vergonzantes- colas del hambre. El Estatuto de Autonomía no nos sirve para nada. Al contrario: nos perjudica porque es el disfraz que nos han puesto encima los españoles para ocultarle a Europa y al mundo nuestra indigna condición colonial.

Lo único que nos sirve es la independencia; la libertad. El Parlamento no recuperará su condición de institución digna mientras los partidos patrióticos sigan excluidos de sus escaños -por culpa de una ley electoral muy injusta- y mientras los parlamentarios regionales no se unan, más allá de su ideología, para pedir la libertad de esta tierra. El día que lo hagan empezarán a tenernos en cuenta en Madrid. Mientras tanto, desde la capital de la Metrópoli nos mirarán como colonos de allende los mares.

Los canarios debemos tomar conciencia de que no necesitamos a España. Es España quien saca tajada de nuestros recursos. Bastaría con que un alcalde, o un presidente de cabildo, pidiese la independencia para que se produjese un terremoto político en Madrid. Cuánto más si es el Parlamento de Canarias el organismo que exige el fin del colonialismo. No necesitamos seguir uncidos a España como bueyes bajo un pesado yugo porque disponemos de recursos para vivir como cualquier país soberano. Estamos situados entre tres continentes aunque de poco nos sirve. Ya se encargan los gobernantes españoles de que no obtengamos ninguna ventaja de nuestra situación geográfica. El Gobierno de Canarias no tiene competencias, porque el Gobierno de España jamás consentirá que las tenga, para establecer acuerdos internacionales que nos beneficien a nosotros y no a nuestros "amos". A Paulino Rivero, lo hemos dicho muchas veces, lo manejan desde Madrid. Él, a cambio, acude a la capital metropolitana para rendir pleitesía como un vasallo.

Qué pena nos da ver reducidos a la condición de meros lacayos a unos isleños que se han caracterizado por su laboriosidad en todos los países a los que han emigrado en el pasado. España tiene mala fama por ser un país poco trabajador, pero eso no va con Canarias.

Muy distinta sería nuestra situación, en todos los sentidos, si fuésemos una nación soberana. Entonces tendríamos un auténtico Gobierno y un auténtico Parlamento, en vez de dos instituciones que solo son instrumentos de España para ocultar nuestra condición colonial, como decimos, con el disfraz de comunidad autónoma. No nos sirve una Cámara legislativa supeditada a las normas que nos imponen desde la Metrópoli. Insistimos en que necesitamos leyes propias. De forma especial, urge desprendernos de la legislación laboral española porque ahoga a las empresas y, consiguientemente, genera más desempleo. Nunca renunciaremos a luchar, pacíficamente, por la libertad de Canarias. Se cansarán de ladrar nuestros enemigos. Envidiosos y cobardes que siguen arremetiendo contra la figura de José Rodríguez en digitales de baja alcurnia y pobre difusión por haber defendido siempre a Tenerife y a toda Canarias.

Una vez más apelamos a los sindicatos, a las organizaciones profesionales, a los círculos culturales y, en general, a todas las fuerzas vivas para que se produzca un pronunciamiento inequívoco a favor de nuestra libertad. Que no tengamos que seguir publicando noticias sobre el reparto de alimentos o unos porcentajes de paro que se sitúan a la cabeza de los europeos. Debemos manifestarnos por asuntos serios y la independencia de nuestra tierra es el más serio e importante de todos. Primero la libertad porque todo lo demás lo tendremos por añadidura.