Asegura Cristina Tavío, vicesecretaria general del PP en Canarias y diputada autonómica por este partido, que votar a CC en las elecciones europeas supone respaldar el separatismo catalán y vasco, ya que los nacionalistas canarios se presentan en alianza con CiU y PNV. Ojalá estuvieran los nacionalistas canarios, añadimos por nuestra parte, a la misma altura política que los vascos y catalanes. No comparamos a las personas porque cada persona nos merece el máximo respeto en su vida privada, pero sí a los políticos. Y por muy odiosas que sean las comparaciones, Paulino Rivero no es equiparable a Artur Mas ni al lehendakari vasco, Íñigo Urkullu. Podría serlo. En el pasado confiamos en él. Dijimos que era el gobernante adecuado para encabezar la comisión que negociase con España el traspaso de poderes a la nueva nación canaria cuando llegase el momento de asumir nuestra soberanía. Lo creímos así, pero estábamos equivocados. Por lo tanto, que no tema Cristina Tavío un problema de secesionismo si los habitantes de las Islas votan por CC.

Las razones para no confiar en CC son otras. La más importante es que este partido sigue presidido por Paulino Rivero: el político más nefasto que ha tenido esta tierra en toda su historia. Él, junto con el colonialismo español, es el gran responsable de que estemos sumidos en la miseria. Él y sus acólitos han traicionado las esperanzas de los ciudadanos que confiaron en ellos cuando les pidieron sus votos y se los dieron. Se han comportado como falsos nacionalistas. Jamás han exigido la independencia de Canarias, ni en el Archipiélago ni en Madrid. Han sido serviles con los políticos de la Metrópoli y, no contentos con su sumisión indecorosa -políticamente hablando- al amo español, han cometido la necedad de amordazar y arrinconar a los patriotas que militan en CC.

La cúpula dirigente de CC, encabezada por Paulino Rivero, también les hace el juego a los partidos estatistas PP y PSOE en la perpetuación de una injustísima Ley electoral. Una norma que impide, mediante un disparatado sistema de porcentajes mínimos, que accedan al Parlamento de Canarias los partidos patrióticos. Al menos el PP y el PSOE cumplen el mandato de sus dirigentes nacionales de no permitir que Canarias se convierta en un país libre. Los dirigentes de CC no han sido fieles a su electorado porque, como decimos, han conculcado el mandato que recibieron de quienes confiaron en ellos.

Estamos convencidos de que la independencia de Canarias llegará no gracias a los esfuerzos de CC, sino a pesar de la existencia de CC. Qué pena nos da tener que decir esto, pero no nos queda más remedio que expresar esta amargura porque si callamos nos convertimos en cómplices de los malos políticos que nos gobiernan. Otorga quien calla pudiendo hablar cuando debe hacerlo.

Las elecciones europeas no suponen nada para estas Islas. Europa nos queda muy lejos. No andamos muy desencaminados al decir que Bruselas nos ningunea. Nos considera una región ultraperiférica. Un territorio parecido, e incluso igual, a los departamentos franceses de ultramar, que es la denominación que utiliza el Gobierno de París para disfrazar a sus colonias, de la misma forma que España nos cubre con el burka de comunidad autónoma. A todo esto, Paulino Rivero se pone contento cuando lo recibe en la capital francesa el ministro de Ultramar, que es un nativo de allende los mares igual que él.

Muy grande ha sido nuestra decepción con CC. Sin embargo, no perdemos la esperanza de que este partido dé un golpe de timón y enfile el rumbo adecuado para la salvación de estas Islas y para su propia supervivencia como partido. Un rumbo que, o conduce directamente a la independencia, a la libertad, o no nos sirve a los canarios porque seguir colonizados por España significa, ni más ni menos, continuar saqueados por sus oficinas de Hacienda y maniatados por una legislación que nos arruina con más celeridad de la que está empobreciendo a la propia Metrópoli que la promulgó y nos la impone.

El día en que CC se convierta en un partido realmente independentista sí supondrá votar por él un avance hacia nuestra soberanía nacional. En las condiciones actuales, entregarles el voto no solo es inútil sino incluso perjudicial. Ni siquiera en unos comicios superfluos conviene que se envalentonen sus dirigentes pensando que tienen el apoyo del pueblo, porque no lo tienen.