Nos sorprende que quienes más han criticado nuestros editoriales y comentarios por su marcado contenido independentista sean también, de forma bastante incomprensible, quienes más lamentan el trato discriminatorio del Estado español hacia Canarias. Con su colonia de allende los mares, decimos nosotros, aunque los críticos a la vez con EL DÍA y con el Gobierno de Madrid se niegan a reconocer cuál es la situación real de este Archipiélago. Una situación que no es la de comunidad autónoma ya que este estatus, lo hemos dicho muchas veces, solo es un torpe disfraz para ocultarle al mundo que vivimos vilmente colonizados por un país situado en otro continente.

Quejarse del mal trato de España sin hacer nada para recuperar la libertad que les fue arrebatada a nuestros antepasados hace casi seis siglos –600 años de colonialismo y saqueo son demasiados– es tan inútil como echar agua al mar: no sirve para nada. Las lamentaciones no conducen a ninguna parte. Los gobernantes españoles no creen en las lágrimas de los canarios simplemente porque les trae completamente sin cuidado su bienestar. Nos quieren para que trabajemos para ellos; para explotarnos, como se hacía en otros ignominiosos tiempos con los esclavos africanos. Puestos a elegir entre que no pierda tráfico el aeropuerto de Madrid o potenciar los de Canarias como nudo de comunicaciones con África, la opción la tiene muy clara el Gobierno de Rajoy y cualquier otro Gabinete de la Metrópoli, sea cual sea su color político: se favorece a Madrid, a la Península en general, aunque para ello haya que perjudicar a Canarias.

¿Qué hacen los diputados canarios del PP –y también del PSOE, aunque no sea este partido el que gobierna actualmente en España– ante este nuevo atropello? No hacen ni dicen nada. Prefieren callar porque el que habla o se mueve no sale en la foto, y las elecciones autonómicas y municipales están a un año vista. Hay que portarse bien para volver a entrar en las listas y seguir cobrando un sueldo a costa del hambre del pueblo. Unos meses después también habrá elecciones, esta vez generales. Razón de más para seguir cumpliendo con lo que dice el partido. Dentro de unos días estamos convocados a las elecciones europeas, pero esas poco importan salvo para quienes van a salir elegidos, ya que los emolumentos percibidos por los eurodiputados son cuantiosos.

Harían bien en meditar sobre todo esto aquellos que tanto nos han denostado en los últimos años. Es cierto que el tono de nuestros editoriales ha sido duro. José Rodríguez, que siempre fue una persona ecuánime y moderada, tuvo que recurrir a un lenguaje fuerte para sacudir la conciencia de los canarios. Era su gran afán que el pueblo despertase de la narcosis que le han inducido los invasores de estas Islas. Había que sacudir cuerpos y mentes para que los isleños espabilaran y expresasen, abiertamente y sin temor, lo que siempre han pensado: que son canarios y no españoles. Que no sienten a España como un país propio. Que en sus documentos de identidad figura la nacionalidad española a la fuerza, no por propia voluntad. El paso siguiente es salir a la calle todas las semanas, todos los días si es preciso, para exigir la independencia de esta tierra. Pacíficamente, pero hay que hacerlo porque si no nos movemos ya, la situación de estas Islas se convertirá en irreversible: viviremos para siempre en la miseria.

Vergonzoso es el conformismo de los canarios que consienten la continuidad descarada del saqueo español. Un robo de nuestros recursos que se produce con toda impunidad, a la luz del día. Nos siguen atosigando las leyes españolas y la corrupción de algunos de los políticos de la Metrópoli. Una epidemia de la que se ha contagiado Canarias por culpa de su sometimiento colonial. No nos referimos solo a la corrupción susceptible de ser perseguida penalmente, pues de esa ya se encargan los jueces cuando pueden demostrar la responsabilidad de alguien, sino a la corrupción en un sentido más amplio; la corrupción política que incluye el engaño al pueblo, como lo es prometer cosas que luego no se cumplen. Corrupción, o engaño político, lo es también presentarse como un partido nacionalista y luego no hacer nada por conseguir la libertad de esta tierra canaria. Harían bien en reflexionar sobre estas cosas, insistimos, quienes tanto nos han atacado y lo siguen haciendo.