Iniciando este mes, un significativo número de noveleros chicharreros celebró, en los alrededores de nuestro casquito histórico (en lo que va quedando de él), los 520 años de la conquista y aculturación que las huestes enviadas por los Reyes Católicos (montaba más Fernando que Isabel) infligieron a los guanches tras la derrota de La Victoria (la matanza), pero descalabraron con el triunfo canario en La Matanza (la victoria). El aún homenajeado Alonso Fernández de Lugo, por ese extraño sentimiento isleño (así nos ha ido a lo largo de la historia), plantó la Santa Cruz muy cerca de Añazo. Esto sucedía en 1494 y la conquista de la Isla de Tenerife, la última de las Canarias en enfrentarse al invasor, ocurrió en 1496. En colaboración con las clases dominantes guanches, el enviado real repartió las mejores tierras entre los que le apoyaron, dejando para los más "nacionalistas", refugiados en las partes altas de la isla, las más improductivas. Han transcurrido más de cinco siglos y el flujo de visitantes no cesa, aunque actualmente las nuevas relaciones se han convertido en una corriente amistosa, estableciéndose un trueque entre el inigualable clima local y una actividad crematística internacional que, aunque en auge permanente, no origina la riqueza, laboral y monetaria que se espera, porque, en el fondo y en la superficie, el asedio procedente de la Península no ha cesado... pero con matices que por aquí casi todos conocen. Los establecimientos turísticos, en manos foráneas, están rebosando pero no se crean empleos (276.000 parados) y los capitales se escapan hacia otras tierras. Algunos canarios siguen practicando el antiguo oficio de la genuflexión ante el castellano que arriba a estas tierras con embustes y engaños.

Rajoy y su equipo (no es nada nuevo lo que sigue) han cumplido en sólo dos años con las órdenes procedentes de Europa (en estos días se han recibido nuevas "recomendaciones" de la troika) basadas en una superausteridad que ha logrado, en este corto espacio de tiempo, conducir al país a la pobreza, al paro, al hambre y a la desaparición de la clase media. Que no desvíen más esta penosa trayectoria propalando que la macroeconomía marcha viento en popa (que marcha, pero enriqueciendo aún más a unos pocos). La banca, guardián de la usura y los desahucios, una charla con alguno de los casi 6 millones de parados, los estudiantes sin becas, los miles de canarios que han tenido que abandonar su tierra por culpa de los recortes de otro ilustre gallego... esta espantosa realidad choca con las cuentas de los consejeros-delegados de las grandes empresas, con la provocativa corrupción generalizada (negando todo todos los días con jueces destapando las ollas podridas)... es sólo una muestra de lo que puede resumirse en una palabra: ruina. Pero Rajoy está contento y Botín también. Los beneficios de las entidades financieras aumentan cada trimestre y Hacienda (Montoro) sigue impasible ante los insultantes blindajes, dedicándose a asustar al contribuyente dando a conocer las situaciones anómalas de famosos con el fisco, retornando a aquel bochornoso caso de Lola Flores, y soslayando dineros de sus compañeros de partido investigados y publicados en medios nacionales. Rajoy ha manifestado que no se enteró de las obras integrales acometidas en todo el edificio que alberga la sede en la calle Génova...¡con él trabajando en su despacho!

Recientemente nos han enviado a dos nuevos conquistadores con la artimaña bajo el brazo. El primero, mandamás socialista-obrero, desembarcó en la isla de los benahoaritas con el propósito de unir a los consejeros del PSOE en el Cabildo de la Isla Bonita expulsados desde Ferraz. El "virrey de Andalucía", como así llaman a Gaspar Zarrías, tuvo que salir corriendo con el rabo entre piernas, con lo cual se evitó la repetición de la traición de Fernández de Lugo a Tanausú. La segunda arribada la protagonizó el exministro-empresario Arias Cañete, quien trató de vender su defensa a ultranza de los intereses canarios en Europa, ignorando que por aquí se conoce su papel protector hacia los pescadores andaluces y gallegos, beneficiarios de la mayoría del cupo concedido por Europa para la pesca del atún. Como guinda, el Partido Popular canario votó, en el Senado, a favor del proyecto de Repsol, con lo que se repite la entrega histórica a los conquistadores. Mientras, sus colegas baleares votaron en contra. He aquí la diferencia entre patriotismo y servilismo.