"La condición de RUP no garantiza un marco jurídico inamovible", ha manifestado a EL DÍA María Luisa de Miguel Anasagasti, recientemente nombrada directora general de Asuntos Económicos con la Unión Europea. Con el debido respeto, nos permitimos preguntarle a esta señora qué nos garantiza ser una región ultraperiférica europea. ¿Ser europeos de tercera o cuarta categoría? De tercera o cuarta porque no lo somos ni siquiera de segunda. Somos nativos de unas islas colonizadas que están allende los mares lejos, muy lejos, de las costas de su Metrópoli y más aún de su capital. Ese es el trato que recibimos desde Madrid y de Bruselas: el de seres limitados en su capacidad de decisión.

Qué falta nos hace un nacionalismo auténtico. No queremos un nacionalismo violento, como el que existió en Vasconia hasta no hace mucho, pero sí unos políticos canarios capaces de hacer valer en la capital de España los intereses del pueblo canario. ¿Lo veremos algún día? ¿Se convencerán alguna vez los responsables de CC de que deben quitarse de encima la actual chatarra política por el bien de estas Islas y de su propio partido? ¿O es que quieren desaparecer de escena en las elecciones del próximo año?

Europa está de moda estos días porque el 25 de mayo se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. Dicen que las decisiones adoptadas por los votantes en un día como ese sirven para castigar al Gobierno de turno que está en Madrid. Añaden quienes opinan así que tales comicios valen para propinar un castigo sin consecuencias. Aunque pierda el PP de Mariano Rajoy, su partido seguirá gobernando España y el PSOE continuará languideciendo en la oposición. Europa es una referencia que está ahí. Nada más. Sirve para que las regiones pobres recibamos subvenciones a cambio de desmantelar nuestra industria y nuestra agricultura, con la salvedad de que Canarias no sería una región tan pobre si pudiese disponer de todos sus recursos. Al contrario, viviríamos mucho mejor sin tributar tantos impuestos a la Hacienda metropolitana.

La victoria de Rajoy y la derrota de Rubalcaba el día 25, o viceversa, le servirán de muy poco al ciudadano español y mucho menos al canario. Ni uno solo de los casi 400.000 isleños en paro tendrá un empleo porque gane el PSOE o el PP. Tampoco habrá menos gente en las listas de espera sanitaria. No queremos fomentar la abstención porque no es nuestro estilo apuntarnos a las opciones de los partidos perdedores, pero les mentiríamos a nuestros lectores si dijésemos que las elecciones del día 25 sirven para algo. Sirven para que unos cuantos diputados españoles, entre los que quizá haya algún canario, obtengan un acta que les permitirá cobrar jugosos emolumentos durante los próximos años. No nos jugamos nuestra prosperidad optando por uno u otro partido ese día.

Es muy difícil que el candidato de CC logre un acta en el Parlamento comunitario. En cuanto al PP y al PSOE, podemos decir que ninguno de estos partidos se ha caracterizado jamás por su amor a Canarias. Los políticos de ambas formaciones están sometidos a la disciplina de Madrid. Es a sus mandos estatales, y no a los ciudadanos canarios que los han elegido, a quienes les rinden cuentas de lo que hacen o dejan de hacer. Por eso no nos cansamos de decir que a Canarias le sobran España y Europa.

Estas Islas llevan mucho tiempo sumergidas en el pozo de la miseria al que las han arrojado tanto el colonialismo español como la pésima gestión política de los gobernantes locales. Una situación que no se arregla con unas elecciones europeas sino con un cambio de sistema. Una evolución que nos lleve del sometimiento colonial a la soberanía como nación.

No es motivo de orgullo como pueblo depender de nuestros "amos" peninsulares y europeos. Ya tendremos tiempo de establecer las relaciones políticas y comerciales que nos interesen con los países de la UE, de África o de Sudamérica, estos últimos con gran afinidad en cuanto a idiosincrasia porque, además de hablar la misma lengua, la hablamos con el mismo acento. Relaciones con Europa y aún con España, pero de igual a igual. Lo ignominioso es mantener el actual sometimiento. Algo que raya en la esclavitud.