Nos sobra con las dos noticias incluidas en la tercera página de nuestra edición de ayer para sustentar este comentario "El TSJC tumba el recurso del Gobierno contra la censura herreña" y "Rivero insiste en la necesidad de reformar la Constitución". Vamos a comenzar por la segunda.

Quiere Paulino Rivero, y así lo ha expresado en declaraciones a una emisora de radio, una reforma de la Constitución española con el fin de resolver la crisis territorial que sufre España y dar encaje a las singularidades de las Islas. También critica el presidente del Gobierno regional la falta de diálogo del Estado con algunas comunidades. Por ejemplo, con Cataluña. En el caso del Archipiélago, quiere que se reconozca la singularidad contundente de las Islas, tal y como ha hecho la Unión Europea con las regiones ultraperiféricas.

Pero vamos a ver, señor Rivero: ¿qué se nos ha perdido a nosotros, los canarios, en España, en Cataluña y en Europa? ¿Qué les importa a los casi 400.000 parados que hay en estas Islas, según cifras de la encuesta de población activa, la reforma de una Constitución que no es nuestra? Una Carta Magna del país que ocupa nuestra tierra desde hace casi seis siglos que respetamos y acatamos por imperativo legal, pero que no responde a nuestras necesidades. Todo lo contrario, porque dicha Constitución, al establecer que Canarias es una comunidad autónoma española, nos impide salir de la miseria a la que nos ha arrojado el colonialismo y también usted, señor Rivero. Usted es igualmente culpable de las colas del hambre que se multiplican en estas Islas, y también de las listas de espera sanitarias, y de la emigración de miles de nuestros jóvenes obligados, como sus antepasados, a buscar en tierras ajenas el pan que se les niega en la suya. Es usted culpable por su incapacidad como gobernante y por su cobardía ante las autoridades del Estado español porque, incluso estando de acuerdo con la línea soberanista de nuestros editoriales y comentarios, no se atreve a expresarlo públicamente.

¿De qué tiene usted miedo para no hablar con claridad, señor Rivero? ¿Teme que le quiten el saludo en Madrid? ¿Le preocupa más que deje de recibirlo Mariano Rajoy que el hambre que sufren miles y miles de sus compatriotas, incluidos los niños para los que hay que mantener abiertos los comedores escolares también durante las vacaciones porque sus padres no tienen con qué alimentarlos?

Haría bien el presidente del Gobierno de Canarias en dejar a un lado los juegos florales y ocuparse de los problemas de esta tierra. La única reforma de la Constitución que necesitan estas Islas es la que suprima nuestra condición de comunidad autónoma española, porque eso es falsear la realidad. Estas Islas no son parte de España ni les pertenecen a los españoles. Son una nación, desgraciadamente sin Estado ni libertad, cuyos únicos propietarios somos los canarios; los descendientes de quienes fueron sometidos por la fuerza de las armas hace casi seis siglos. Ya que no es capaz de resolver los problemas que tenemos, porque su capacidad como político no da para más, lo menos que podía hacer Paulino Rivero es comportarse como un patriota y exigir la libertad de su tierra. Y si no es capaz de este mínimo gesto de canariedad, que se vaya. Que dimita y se exilie para que nadie de estas Islas vuelva a encontrarlo jamás. "Váyase, señor González", le decía Aznar al entonces presidente del Gobierno de España. Váyase, señor Rivero. Márchese de este Archipiélago o escóndase en su mansión, pero no siga causándole daño a un pueblo que quiere ser libre para salir del pozo negro al que usted y sus amigos peninsulares lo han arrojado. Haga un gesto que demuestre que es un canario de verdad, o márchese, señor Rivero.

La otra noticia a la que nos referíamos al principio de este comentario guarda estrecha relación con lo que venimos diciendo, desde hace mucho tiempo, sobre la manifiesta incapacidad política del Gobierno que preside Rivero. El Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha establecido que esta comunidad autónoma -esta denominación de nuestra patria canaria nos repele- no está legitimada para impugnar mociones de censura, pues eso es una competencia del Estado español. De ese Estado contra el que no se rebela Rivero, pese a proclamarse nacionalista, vaya usted a saber por qué.