Miquel Ramis, diputado nacional y portavoz del Partido Popular en Baleares, ha mantenido siempre una oposición frontal a que se realicen prospecciones petrolíferas cerca de su archipiélago. En declaraciones realizadas hace dos semanas a los medios de comunicación -una de tantas, pues ocupa espacios informativos casi a diario- puntualizaba que "lo más responsable y sensato sería esperar al informe de impacto medio ambiental que, de resultar negativo, anularía cualquier autorización que se hubiese dado para llevar adelante sondeos en aguas de Baleares". A continuación añadía que "nosotros queremos que cuando se paralicen las autorizaciones concedidas la legislatura pasada, se haga sin pagar indemnizaciones".

El señor Ramis tiene pleno derecho a pensar de esta forma y también a hacer público lo que piensa. Ya de entrada mostramos nuestra extrañeza por el hecho, a todas luces innegable, de que un mismo partido político tenga una postura con respecto a Canarias y el petróleo y otra radicalmente opuesta en el caso de las prospecciones anunciadas en Baleares. Extrañeza..., o no tanto porque, ¿no es esta la forma en la que han tratado siempre los peninsulares a los canarios, tanto si son del PP, del PSOE o de cualquier otra formación política? Nos gustaría que el señor Soria, a quien seguimos respetando y apreciando en esta Casa, nos explicase el motivo de que las prospecciones sean malas para Baleares y su actividad turística pero perfectamente válidas en Canarias, pese a que el turismo es el único sector que está evitando el colapso total de nuestra economía.

No ha hecho falta esperar a las explicaciones de José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo. Ha sido el propio diputado Miquel Ramis, que también es el vicepresidente del PP en Baleares, quien ha tenido la amabilidad de ponernos al tanto de "las diferencias" que existen entre nuestras Islas y las suyas. Dice Ramis que "la situación económica de Canarias y de Baleares es distinta; en Baleares tenemos un paro del 22% y ustedes están bordeando el 36%, en Baleares el PIB es el que es, y en Canarias es el que es". Considera también este político del PP que "en Canarias estamos prácticamente en el borde de aguas internacionales con Marruecos, donde se van a producir estas prospecciones, y esa cuestión añadida no se da en Baleares". Como conclusión final, añade Miquel Ramis que "los riesgos estarían en función de la cantidad y de la calidad del crudo, habría muchas circunstancias, yo sí creo que si se hallase una cantidad importante, debería repercutir en la economía canaria, por supuesto que sí".

En definitiva, los canarios tenemos que afrontar las prospecciones petrolíferas y la posterior extracción de esos hidrocarburos, en el caso de que existiesen y mereciese la pena sacarlos desde el punto de vista de la rentabilidad, porque los isleños de este Archipiélago somos pobres pero los habitantes de Baleares son ricos. Aquellas islas mediterráneas, cuya belleza no negamos, hay que preservarlas para que el Rey de España y su séquito de cortesanos no vean torres petrolíferas en el horizonte cuando veranean en Palma de Mallorca. En cambio, en Canarias se puede hacer cualquier cosa porque no es este un territorio digno de ser conservado, sino la finca de ultramar; la posesión colonial que se explota y se expolia ignominiosamente desde hace casi seis siglos sin ningún miramiento.

A Miquel Ramis lo ha traicionado su subconsciente de godo; una palabra que utilizamos siempre para referirnos a la actitud prepotente de los peninsulares que se consideran superiores a nosotros, y no a los españoles en general porque muchos peninsulares no piensan como el godo Ramis ni como los otros, incluidos algunos que debemos padecer en estas malogradas Islas.

Este asunto puede resultar, porque de hecho lo es, más indignante que sorprendente. Poco cabe alarmarse a estas alturas porque desde Madrid, una capital situada a 2.000 kilómetros de Canarias, nos sigan viendo como nativos colonizados. Como negritos con la piel blanca, por emplear una acertada expresión de nuestro añorado José Rodríguez. Después de todo, desde Bruselas, la capital de la UE, nos contemplan como europeos ultraperiféricos. La misma apreciación que tienen desde Madrid, o incluso peor. Esto, como decimos, no es sorprendente. Lo que nos llama la atención es la alarma mostrada por algunos medios de comunicación ante manifestaciones como las del diputado Ramis. Medios que han atacado ferozmente a EL DÍA por su línea editorial en los últimos años. Diarios impresos en papel o digitales que escarnecieron a José Rodríguez cuando tuvo la valentía de dar un paso al frente y decir lo que pensaba sin papas en la boca. ¿Tenía o no tenía razón el antiguo editor de EL DÍA al afirmar que somos tratados como una vil colonia del siglo XIX? ¿Tenemos o no tenemos razón para seguir defendiendo, a día de hoy, la necesidad de recuperar la libertad perdida por nuestros antepasados tras una invasión cruel?

Nos quedan muchas preguntas más. Entre otras cosas, nos gustaría saber qué van a hacer los diputados canarios del PP, tanto en el Parlamento autonómico como en el Congreso de los Diputados, ante estas hirientes manifestaciones, máxime cuando las ha realizado un destacado miembro de su partido. ¿Le va a pedir explicaciones Paulino Rivero a Mariano Rajoy la próxima vez que ambos se entrevisten en La Moncloa? Mucho nos tememos que no. A Rivero se le va la fuerza por la boca. Amaga al Gobierno de España, pero sin pensar jamás en ejecutar la más inocua de sus amenazas. Cuando llega a Madrid todo son sonrisas, palmaditas en la espalda y parabienes. A Rivero lo engañan los políticos españoles con su labia. Lo atolondran y, cuando lo ven dócilmente convencido, lo despachan hacia las Islas para que continúe en su papel de medianero de la finca. "Bien, presidente; muy bien. Sigue así", le dicen mientras lo empujan discretamente para hacerlo subir al taxi que espera para llevarlo al aeropuerto.

Un político como Ramis no se atreve a expresarse en esos términos cuando habla no ya de Cataluña o de Vasconia, sino de Murcia o de Extremadura. Sí lo hace cuando le toca hablar de Canarias porque sabe muy bien que, debido a una rígida disciplina de partido, los parlamentarios canarios del PP no van a decir absolutamente nada. Una actitud hasta cierto punto comprensible -aunque indigna de todos ellos- porque tanto en este partido como en cualquier otro el que se mueve no sale en la foto. Lo incomprensible, no nos cansaremos de repetirlo, es la indolencia de los responsables de CC. ¿Por qué no dan un puñetazo sobre la mesa de una vez? ¿Por qué no dicen hasta aquí hemos llegado? No hablamos de actitudes violentas sino de algo tan sencillo y tan pacífico como exponer que queremos la independencia para ser una nación libre y soberana.

Habría que decirles a godos como Miquel Ramis que si Canarias tiene un 36% de paro y un PIB inferior al de Baleares es porque la Hacienda española arrasa con todo en nuestra tierra. Y lo hace para fomentar las inversiones en otras regiones españolas, empezando por la suya. ¿Por qué es más importante el turismo balear que el canario, si nuestra temporada dura todo el año mientras que la de ellos es estacional? Una vez quisieron mantener abiertos los hoteles en invierno y ese año -qué mala suerte, caramba- les nevó en la playa. ¿Por qué han de tratarnos siempre como inferiores los godos enterados? Aunque lo peor no es la prepotencia del peninsular; lo más triste es el nacionalismo cobarde, y hasta políticamente traidor a su pueblo, de Rivero y su camarilla en CC.