Más allá de la reflexión política que los canarios podamos hacer en este sábado, víspera de unas elecciones europeas en las que poco o nada se juegan estas Islas porque España, y mucho más Europa, nos siguen quedando muy lejos, está una reflexión como pueblo que no podemos eludir durante más tiempo. Debemos pensar a fondo en lo que somos y en lo que queremos ser. Somos, ante todo, una nación disfrazada de comunidad autónoma. No una nacionalidad; un término acuñado por los constitucionalistas de la transición política para evitar la palabra nación, más dura y problemática frente a unas fuerzas reaccionarias que entonces constituían un serio peligro de retorno al pasado. Cataluña es una nación, al igual que lo es el País Vasco, Galicia y, por supuesto, Canarias, con la diferencia importantísima de que Canarias se encuentra a 1.400 kilómetros de las costas peninsulares.

Cualquier canario es libre de acudir mañana a los colegios electorales y optar por cualquiera de los partidos que concurren a estos comicios. ¿De qué nos sirve como canarios esa posibilidad de elegir? De nada. Da igual que en el Parlamento europeo domine una u otra fuerza política porque de Europa solo podemos esperar subvenciones. Ayudas que han ido a menos durante los últimos años por culpa de la crisis y también por la incorporación de otros países más pobres al "club de los ricos".

No queremos hacer apología de la abstención. Votar es un derecho ciudadano pero no una obligación en España y en Canarias; un Archipiélago obligado por sus circunstancias coloniales a acatar las leyes españolas. Los partidos que promueven la abstención cometen un fraude político, pues se arrogan el voto de muchos ciudadanos que no acuden a las urnas simplemente por pereza. Que voten en conciencia todos aquellos que deseen hacerlo. Eso sí, sin olvidar el difuso alcance de su decisión.

Ciñéndonos a la realidad de cada día, apreciamos síntomas de recuperación. Ayer publicábamos que la llegada de turistas extranjeros a Canarias en los cuatro primeros meses de este año ha alcanzado una cifra histórica. Más de cuatro millones de visitantes procedentes de otros países. Una cantidad que nunca se había registrado antes. Nos alegra el dato pero no es suficiente mientras los ingresos aportados por esos turistas no se queden en Canarias. No podemos pasar por alto que junto a esa misma noticia publicábamos también que una mujer de 75 años está a punto de ser desahuciada de su casa, pese a que solo cobra una mísera pensión de 415 euros. Más turistas pero no menos hambre porque, al margen de esas oscilaciones de la economía hoy por hoy levemente ascendentes, seguimos teniendo casi 400.000 parados reales, de los cuales cerca de la mitad (un 47 por ciento) no cobran ninguna ayuda. Tampoco podemos olvidar que el paro de muy larga duración aumentó en España un 22,5% a lo largo de 2013. Todo lo malo que sucede en España repercute en Canarias de forma corregida y aumentada porque, lo hemos dicho muchas veces, los territorios colonizados sufren mucho más las consecuencias de las crisis económicas. De hecho, están en crisis permanente.

Mañana se celebran unas elecciones europeas y dentro de un año, previsiblemente el último domingo de mayo de 2015, tendremos las autonómicas y municipales, de las que saldrán un nuevo Gobierno regional, unas renovadas corporaciones insulares y nuevos equipos en los ayuntamientos. Esas elecciones sí son cruciales para Canarias. Estas Islas necesitan políticos que defiendan los intereses de todos, no los suyos propios. Los canarios queremos que nos respeten en España y en el mundo tanto como lo son los catalanes o los vascos. No por recurrir a la violencia como instrumento para conseguir nuestros fines políticos, sino porque nos armamos de razón para defender nuestros intereses como nación. Intereses históricos que se derivan de una conquista sangrienta ocurrida hace casi seis siglos, intereses geográficos -no estamos en Europa, aunque tengamos una cultura y una lengua europeas- y, de manera especial, intereses que han de encaminarse a erradicar el trato discriminatorio que nos dan los gobernantes de Madrid. A la capital de España no hay que ir a doblar la cabeza ni tampoco a ser insolentes. Hay que ir con dignidad a exigir lo que nos corresponde como canarios, al igual que lo hacen los representantes de CiU, PNV y otros partidos que sí son auténticamente nacionalistas.