Afirma José Miguel Barragán que los resultados obtenidos por Coalición Canaria en las elecciones europeas (esta formación política ha perdido 30.000 votos con respecto a los comicios de 2009) "no han sido positivos", por lo cual serán analizados hoy en un comité permanente del partido. Lo propio, llegados a este punto, sería que Barragán dimitiese y, de paso, sacara a empellones del partido a gente como Paulino Rivero, Ángela Mena, González Ortiz, Ríos y algunos más. Lo mejor que podrían hacer todos ellos sería marcharse y dejar paso a los patriotas. Sin embargo, no parece que sean esas sus intenciones.

Puestos a buscar culpables, atribuye Barragán estos malos resultados -que en realidad son pésimos- a la abstención y a un debate centrado a lo largo de la campaña electoral no en Europa sino en asuntos españoles que enfrentan a los dos grandes partidos estatistas, PP y PSOE. Añade, al igual que los líderes de otras formaciones, la manifiesta desafección de los ciudadanos hacia la clase política. Estamos de acuerdo con el poco afecto que siente la gente hacia los políticos. Lo absurdo sería que los ciudadanos siguiesen confiando en sus gobernantes. La gente está harta de que la engañen. Los canarios ya no se creen las falsas promesas de Paulino Rivero y de sus consejeros del Gobierno autonómico. Planes de fomento al empleo, alternativas para salir de la crisis, visos de recuperación... Mentira. Seguimos teniendo casi 400.000 desempleados y sigue habiendo listas de espera con decenas de miles de personas pendientes de recibir una atención hospitalaria que a veces no llega a tiempo. Hay colas del hambre en las que muchísimos canarios deben ponerse cada día para que les den algo que llevarse a la boca porque, para mayor inri, casi la mitad de los desempleados no percibe ninguna prestación. Pretender en estas circunstancias que los ciudadanos acudan a votar como si aquí no estuviese pasando nada sería el colmo. La situación es tan grave, que si no se ha producido un levantamiento popular como los que se han sucedido en los países árabes, es -lo decimos una vez más- porque en nuestras Islas persiste una gran solidaridad familiar. No obstante, de poco sirve la generosidad cuando ya no hay nada que repartir. Y en decenas de miles de hogares canarios ya no queda nada con que ayudar a nadie.

Allá el PP y el PSOE si pierden la confianza de los ciudadanos. Ambos partidos siguen las directrices de Madrid por mucho que sus líderes regionales intenten hacernos pensar lo contrario. Otra falsedad. La situación de CC, en cambio, merece un análisis más detallado. No nos extraña nada lo que le ha sucedido a este partido el pasado domingo porque llevamos mucho tiempo advirtiendo a sus dirigentes de lo que puede suceder si no dan un golpe de timón. Es necesario un cambio en el nacionalismo canario que suponga adoptar la consecución de la libertad de esta tierra como principal objetivo. Un nacionalismo que no procure la independencia de un país sometido puede ser cualquier cosa pero no un auténtico nacionalismo.

¿Piensa todavía Paulino Rivero en volver a presentarse tras el descalabro del domingo? ¿Piensan permitírselo los responsables del partido en el caso de que pretenda salirse con su intención? Analicen bien porque es mucho lo que está en juego. Por nuestra parte, mientras no se produzca un gesto de quienes actualmente controlan el nacionalismo oficial canario, seguiremos desaconsejando el voto para este partido. De los dirigentes de CC depende que volvamos a contar con ellos, a pesar de las trastadas que nos han hecho.

En el sentido opuesto, da gusto ver cómo aumenta el voto de los partidos secesionistas en naciones que también pugnan por separarse de España y recobrar su libertad. ¿Cuándo nos podremos equiparar a Cataluña o Vasconia? En ningún caso lo conseguiremos antes de librarnos de la actual morralla política. No es casualidad que en Cataluña la participación haya subido un 10% con respecto a las últimas elecciones europeas. La explicación de que en Canarias la situación haya sido diametralmente opuesta la tiene el colonialismo, contra el que la gente se cansa de luchar sin ver resultados, y la mala gestión política de este Archipiélago. Paulino Rivero se ha convertido en gafe político. Infunde mala suerte a quienes lo rodean. Si Canarias fuese una nación con su estado, el porcentaje de abstención hubiese sido otro muy distinto. Mientras Rivero siga al frente de CC y del Gobierno regional, la pérdida de votos de los nacionalistas correrá pareja al desencanto y el desinterés de la población hacia los temas políticos.

Mientras el soberanismo ha conseguido movilizar a más de un millón de votantes en Cataluña, en nuestras Islas el pueblo sigue atemorizado y escondido como si todavía viviese el general. No nos cansaremos de decir que a nadie lo van a fusilar por manifestar que quiere la independencia para su tierra. Ese miedo a expresar lo que pensamos es absurdo a estas alturas. No podemos renunciar a lograr nuestra plena ciudadanía canaria. No podemos avanzar hacia nuestra soberanía nacional sin salir a la calle, pacíficamente, a exigir la libertad que perdieron nuestros antepasados hace casi seis siglos. En un mundo como el actual hay que correr para avanzar; quedarse quietos supone retroceder. Los canarios llevamos demasiado tiempo aplatanados y narcotizados.

Al menos ha quedado claro en estas elecciones europeas, por lo que respecta a Canarias, que Paulino Rivero no puede hablar en representación de todos los habitantes de estas Islas. Su partido ha quedado en tercer lugar. ¿Qué sucedería con CC si la situación se repitiese dentro de un año, cuando se celebren las elecciones municipales y autonómicas? ¿Con quién pactaría, desde el tercer puesto, para seguir gobernando en las Islas? ¿A qué treta recurriría Paulino Rivero?

En Canarias, lo hemos dicho en repetidas ocasiones, peligra hasta nuestro pan de cada día. La dependencia de estas Islas del exterior ha llegado a ser alarmante. Lo peor es que mientras no tengamos capacidad para establecer las relaciones internacionales que más nos convengan a nosotros, no las que les convienen a quienes nos colonizan y se apoderan de nuestros recursos. Canarias es una nación sometida a España por la fuerza. No formamos parte de España y, en consecuencia, tampoco de Europa. Nada nos jugábamos en las elecciones del domingo pero es mucho lo que arriesgamos en las que se celebrarán dentro de un año. De nosotros depende el futuro que tendrán nuestros hijos. En nuestras manos está que se vean obligados a emigrar o que puedan vivir en su tierra, porque hay trabajo y riquezas, como lo hacen los ciudadanos de los países desarrollados.

Los políticos de Madrid han procurado siempre arruinar nuestras expectativas para incrementar la dependencia de la Metrópoli. Hay patriotas y auténticos nacionalistas en CC dispuestos a conseguir que cambie esta situación. No pueden hacerlo porque están amordazados y maniatados por ese nacionalismo oficial y falso que ha sufrido un serio varapalo el domingo. Urge que cambiemos algunas obsoletas leyes laborales y que suprimamos algunos impuestos, pues la carga fiscal es insoportable para muchísimas empresas. Demasiadas cosas por delante y muy poco tiempo para hacerlas porque el reloj corre en contra nuestra.