Lo acontecido en el PSOE esta semana, donde, sin ninguna duda, el fracaso electoral en el resultado global no tiene precedente, por más que todavía hay quien no lo ve, o no lo quiere ver, o no le interesa verlo, lejos de resultar un problema, debemos aprovecharlo en positivo para comenzar a recuperar la credibilidad perdida ante los ojos de los electores que dejaron de votar al PSOE. Ignorar que desde las últimas elecciones al Parlamento Europeo, hace cinco años, a hoy hemos perdido dos millones y medio de votos, lo que se ha traducido en nueve eurodiputados menos, es no asumir la realidad. Es como si respecto a una enfermedad, usando el símil médico, si no damos con el diagnóstico exacto, no podremos tratarla con eficacia.

Escribo desde el corazón, sin cortapisas, de memoria, trasladando las ideas que han sido guía de conducta como militante de base comprometido desde hace más de treinta años, sin ocupar cargo orgánico destacado, pero sí asumiendo con dedicación y entrega las responsabilidades que mi partido y sus militantes, compañeros y compañeras de ruta, me han encargado. Un partido con 135 años de historia con la que me siento muy identificado, que el 28 de octubre de 1982 nos dio una alegría inolvidable; vertebrador de España hacia una democracia joven y valiente, dejando atrás la dictadura que nos empobreció y alejó cuarenta años de Europa. Son muchas las decisiones valiosas del PSOE gobernando. Imposible citarlas todas, pero ahí están leyes relacionadas con sanidad, educación, aborto, igualdad del hombre y la mujer, lucha contra la violencia de género, integración en la Comunidad Europea, colaboración en la ayuda internacional, apoyo a los jóvenes, a los parados, y en general a los ciudadanos menos favorecidos, etc. Cierto que han quedado proyectos en el tintero, pero ahí están las piedras que surgen en el camino hacia la justicia, libertad y derechos, que diferentes poderes económicos y sociales no paran de colocar, y cada vez más grandes; una de ellas, muy eficaz, la corrupción.

Pero hay gestos y actitudes que han producido dolor y desconcierto a los militantes de base. Ahora que tanto se habla de primarias, no podemos olvidar que José Borrell las ganó a la presidencia del Gobierno el 24 de abril de 1998 al secretario general, Joaquín Almunia, en una votación en urna en la que participaron los más de 200.000 militantes, recobrando el PSOE dinamismo, superando la sensación ante la opinión pública de cierta paralización, un hecho novedoso en el sistema político español que de una u otra forma sacudió a todos los partidos, sobre todo de la izquierda. Sin embargo, Borrell tuvo que dimitir y fue candidato quien no había ganado las primarias, Joaquín Almunia, un acontecimiento que marcó un antes y un después, hiriendo gravemente la credibilidad de su dirección ante sus militantes, frustrados ante las primarias.

Viví aquella experiencia con intensidad porque las primarias también se celebraron en Santa Cruz de Tenerife, en cuyo Ayuntamiento era portavoz del Grupo Socialista tras las elecciones municipales de 1995. Animado por muchos compañeros y compañeras, presenté la candidatura a las elecciones de 1999, ganando en las urnas por un 73% de votos a Herminia Gil, claramente apoyada por el alcalde de Coalición Canaria, Miguel Zerolo. Al poco tiempo, el secretario general insular del PSOE, Melchor Núñez, anuncia a través de los medios, sin mi conocimiento, que me trasladaba a la lista del Cabildo, lo que rechacé rotundamente, pero las presiones fueron tan violentas y mezquinas con tal de designar candidato a dedo a Emilio Fresco sin pasar por las urnas, que ante el espectáculo bochornoso que en los medios se estaba dando, renuncié, con la consiguiente frustración de los militantes de buena voluntad y la relación de estos hechos con intereses relacionados con Las Teresitas o Fórum Filatélico. Herminia Gil se convierte en asesora de Miguel Zerolo y ambos comparten procedimientos judiciales pendientes de resolver. Gil, Fresco y Núñez fueron suspendidos de militancia en el PSOE.

Salvando las distancias, son ejemplos no aislados de lo que frustró las primarias. Firme defensor de ellas, si se hacen con rigor y honestidad, considero que la única manera de que el PSOE recupere a sus votantes es, por lo pronto, no dándole la espalda a sus militantes, sino voz y voto.