El pasado domingo felicité al ganador de la Champions -creo que se le llama así- . Hoy, una semana después, felicito al ganador de las elecciones europeas en este reino. Lo felicito a él y al espíritu de esperanza y cambio que ha sembrado. Estoy acostumbrado a ver que la gran mayoría de los contribuyentes saben más de futbol que de sus propios derechos y a mi eso nunca me ha gustado, y es más, siempre me ha preocupado. Recuerdo una anécdota un pasado verano, os cuento: cuando un domingo me disponía a comprar la prensa escrita -me gusta tocar el papel y pasar las hojas más que darle con el dedo a una pantalla-, esa mañana mi vecino de hamaca se adelantó y amablemente se ofreció a traerla. La sorpresa fue cuando, además de mi encargo, portaba debajo del brazo dos periódicos nacionales embutidos en plásticos: "¡No! Se ha traído medio kiosko y ya tengo tertulia asegurada para tratar temas de radiante actualidad", pensé yo. Mi gozo en un pozo. Mi vecino abrió los plásticos sacó los periódicos deportivos y botó los otros a la papelera, diciéndome: "Ahora, con estos periódicos de fútbol -imagínense uds. la marca de los periódicos deportivos, yo no la menciono- traen otros de propaganda política con boberías". ¡Toma ya!

Esa despreocupación me preocupó y me hizo reflexionar. Desde luego, esa mañana no pude entablar una conversación que no fuera la dieta de la hija del jugador que juega en un equipo real y que... En fin... de él sí se sabía la vida y milagros. Yo ni idea. Soy un ignorante consciente para esas artes. Mi vecino no sabía qué eran unas elecciones europeas, autonómicas o locales. Y lo peor, no le importaba no saber, eso eran cosas de políticos. Aquí la casta.

El jugador o el equipo no se dedica a mejorar nuestro aparato productivo, ni el interés general. Todo lo contrario, se lo mejoramos nosotros a ellos abonando por una camiseta un tercio del salario mínimo, y eso a modo de ejemplo, le dije. Levantó las cejas y pidió una "garimba". En cualquier caso, el pasado domingo ganaron los que creen y disfrutan de los dos estadios: el fútbol y la política.

Alguien dijo que si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo. Y el ganador de las europeas cambió y ha señalado el rumbo. Ahora empieza a moverse el reloj de arena. Una maravilla. Como contemplar lo despacio que cae -la arena-. Los acontecimientos de esta semana han propiciado declaraciones como esa de que el partido de la rosa estaba en manos de un obispo que no cree en Dios. Extraordinaria frase.

Pero el partido que ha destapado la caja de la esperanza aparentemente le ha tocado con acabar con todo el mal que hay en la política. Pienso que no, pero sí ha posibilitado el movimiento. Este señor con nombre de marca de fundador de partido político y sindicato, Pablo Iglesias. Nombre que coincide con el del fundador del partido de la rosa y del sindicato de las mariscadas. Casi nada. Ha sabido enganchar e ilusionar. Eso es bueno.

Anticipé -sin ser adivino- que el sistema del bipartidismo va ha cambiar por el bien e higiene democrática. La basura hace falta sacarla, hay tanta que huele demasiado y no deja respirar a la democracia. Hay que sacarla. Y, como dije hace un año, no hay vertedero para tanta basura.

Los chavales nuevos usan las herramientas que les da el sistema, que es presentarse a las elecciones. Han ganado, arrasado y, lejos de reconocer su victoria, los grandes perdedores no han sabido hacer otra cosa que arremeter con todo lo que proyectan los nuevos. Una falta de respeto impropia. A mi juicio, no se le falta el respeto al chaval de la coleta y la barbita, se le falta al respeto a la propia voluntad de los votantes. Y esta crisis no se ha querido ver venir y en el fondo responde al cambio y el espíritu de ese cambio de los 80. Lo volví a ver y sentir en la única papeleta de todas las que había en la mesa y que te pedían "meteme en el sobre" y que tan solo en una, aparecía una cara. ¿Lo conocen? La primera vez que no son siglas, son personas. Así que, señorías -políticas hoy-, cuando oigan los cascos de los caballos no penséis en unicornios azules.

@inurriaabogado