Tras la resaca electoral al Parlamento Europeo, un amigo me insta para que escriba sobre ello y deje aparcada la música y los empresarios, pues afirma que esos comentarios ya están trillados, y puede que tenga razón. La información manda y de antemano digo que no oculto mis preferencias, pero, como solo escribo los lunes, los acontecimientos suceden a velocidad de vértigo y no me considero un experto en las lides políticas. Por eso aprecio el valor de los cronistas de diario, verdaderos fenómenos de la palabra.

Nunca he escondido que he sido siempre votante conservador y fiel a un mismo partido, y a estas alturas de mi vida no voy a cambiar. Siendo esas mis preferencias, eso no implica que no entienda los errores, las carencias y, en algunas ocasiones, la escasa visión que se tiene de los problemas. Con la edad me he dado cuenta de que me resbalan los acontecimientos, y no habiendo estado afiliado nunca a ningún partido, puedo opinar sobre el señor Rajoy, al que considero un hombre serio, honesto y que actúa bajo sus convicciones, aunque deba ceñirse a las normas de Europa y a los "hombres de negro" que le indican que debe bajar aún más los salarios, lo que significa que lo tiene crudo.

Si rectifica y mejora considerablemente la economía seguiré votándole; si sucede lo contrario, me quedaré en casa y se acabó contribuir a hacer más ricos a los millonarios de la Unión Europea, que lo único que están demostrando es que los gobiernos son marionetas de su gran poder, ese que está en manos de unos pocos poderosos que denominé en su momento los "buf". Sí, esos que en cualquier conversación un amigo pregunta a otro si fulanito tiene dinero y contesta: "¡Buf, ni se sabe!".

Antes de las elecciones me molesté en leer algunos de los programas de los partidos, y la mayoría tienen cosas en común, sobre todo los de izquierda, que si aborto, la Iglesia, los homosexuales, estado del bienestar... Mucha palabrería y poco razonamiento y sentido común para un Parlamento Europeo donde básicamente se tratan otros temas. Entre algunos de los proyectos me llamó bastante la atención uno en particular: Juan Mata, 44 años, médico en Vecindario, que decía: "Nadie debe ganar menos de mil euros al mes y nadie debe ingresar más de diez mil". Su partido, Recortes Cero, pregona que deben financiarse con sus afiliados, al igual que los sindicatos, y la Administración debe tener otro tipo de estructura. Propuesta interesante, pero no lo suficiente para averiguar si sacó algún voto. Otro partido que si ha sacado escaños es Podemos, pero pónganse a temblar si leen el contenido de sus propuestas, y cuando a los cinco, a final de mes, les pongan los diez mil euros en la mano, otro gallo cantará. Dicen que solo cobrarán 2000 al mes, ¿para vivir en Bruselas?, y el resto para la saca del partido, ¡muy solidarios! Dentro de seis meses serán igual de conservadores que el resto.

Arreglar la crisis es menos complicado de lo que parece, y hasta yo me resulto cansino y repetitivo con el argumento que llevo defendiendo hace más de tres años: bajen un 30% de los emolumentos de todos los políticos y cargos directivos y administrativos de los organismos. No es correcto que el 30% de la ciudadanía viva en el umbral de la pobreza mientras ellos sigan montados en su riqueza. Lo acaba de decir el Papa en su viaje a Oriente Medio: falta más caridad en el mundo, y no existe voluntad para que el reparto sea más equitativo.

Con un sueldo de mil quinientos euros mensuales en Canarias una persona vive con bastante dignidad, con diez mil o más es una falta de vergüenza humana terrible. El dinero no hace feliz a las personas, sobre todo sabiendo dónde acabaremos todos. Ya es hora de que un partido defienda el reparto equitativo de riqueza, la caridad, hacer el bien, respetar los valores y la familia, y que cada cual tenga su ideal religioso.

El Papa abraza otras religiones sin miedo ni tapujos, y al final solo existe el Dios que cada cual interpreta a su manera. Guste o no, la fe sigue moviendo el mundo.

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