Anuncia Mariano Rajoy una inversión de 6.300 millones de euros para fomentar el crecimiento, la competitividad y la eficiencia. Quisiéramos saber cuántos de esos millones estarán destinados a Canarias. Como estas Islas siguen teniendo una de las tasas de paro más altas de España, cabría suponer que resultarían más beneficiadas en semejante tómbola de millones, aunque también nos bastaría con que se quedasen aquí los beneficios generados por nuestra economía en vez de volar a la Península, una vez recaudados por las oficinas de la Hacienda española.

No merece, sin embargo, que nos hagamos ilusiones. Así al menos no nos llevaremos el chasco sufrido cuando José Luis Rodríguez Zapatero le prometió a Paulino Rivero una inversión en Canarias de 25.000 millones de euros que se ejecutaría en diez años. Seguimos sin ver un céntimo de ese dinero. Promesas que no tienen la menor intención de cumplir los políticos ni siquiera en el mismo momento en que las están haciendo. Además, dudamos de que puedan llevarlas a cabo aunque se lo propusieran sinceramente porque una cosa son las buenas intenciones y otra muy distinta la realidad, pese a que de esos 6.300 el sector público solo aportará 3.630; los otros los pondrá la iniciativa privada.

En cuanto a la reducción de la carga fiscal -el tipo nominal del impuesto de sociedades bajaría del 30 al 25 por ciento-, le repetimos al presidente del Gobierno de España lo mismo que le dijimos hace meses: llega tarde para muchas empresas que ya han tenido que cerrar. A buenas horas hablamos de mejorar, por ejemplo, la competitividad de un pequeño comercio masacrado por la crisis. Es suficiente con dar una vuelta por las calles de Santa Cruz para comprobar cuántas tiendas han cerrado y lo mal que lo están pasando las que aún siguen abiertas. Además, tanto el IVA en la Península como el IGIC en Canarias seguirán igual.

Necesitamos nuevos políticos con nuevas ideas. Los necesita España -aunque allá los españoles con sus problemas- y los necesita urgentemente Canarias. Políticos que han sido denostados por la oposición en las instituciones en las que ostentan un cargo, como es el caso de Ángela Mena en el Ayuntamiento de Santa Cruz. Ahora nos enteramos, por boca de esta señora, de que no estará listo hasta el mes de septiembre de este año un plan integral de vivienda para la capital tinerfeña. Le echa la culpa del retraso la concejala Mena a la falta de un Plan Nacional de Vivienda. De nuevo, la culpa la tiene Madrid. A Madrid, no nos cansaremos de decirlo, no hay que ir a mendigar sino a exigir lo que nos corresponde porque nos pertenece. ¿Cuándo van a entender esto los políticos de CC con cargo significativo dentro o fuera de este partido? La propia Ángela Mena ha sido criticada por la oposición santacrucera de lo que decíamos antes con respecto a los políticos en general: de prometer lo que sabe que no podrá cumplir.

No encontramos a ningún político canario, tanto entre los nacionalistas como en el PP o el PSOE, que tenga la altura política de quienes gestionaron la transición de la dictadura a la democracia. Aquellos fueron tiempos difíciles que requirieron el concurso de hombres y mujeres excepcionales. Hoy lo que abunda son los vividores de la política. Líderes que prometen esto y aquello con la intención de ganar votos y seguir atornillados a la poltrona. Necesitamos dirigentes capaces de entender que nos enfrentamos a un mundo complejo cuajado de problemas difíciles de resolver. Canarias no puede seguir con casi 400.000 personas en paro, con interminables listas de espera sanitaria, con una emigración forzada de nuestros jóvenes que empieza a ser vergonzosa y, lo que es peor, con colas del hambre a las que no acuden muchas personas que lo necesitan por pudor. Lo harán cuando el hambre les apriete aún más el estómago.

El pueblo está cansado de palabras huecas. Está harto de que le tomen el pelo y de que lo engañen con las mismas vanas esperanzas de siempre. En las recientes elecciones europeas, esa ciudadanía asqueada de tanta podredumbre le ha dado un serio aviso a la chatarra política. Todos los partidos tradicionales han perdido cuantiosas cantidades de votos. En lo que respecta a CC, los resultados obtenidos nos dan la razón sobre lo que venimos advirtiéndoles desde hace mucho tiempo a los responsables de esa formación política: o un cambio radical para asumir posturas auténticamente nacionalistas, o su desaparición como partido. En definitiva, menos promesas y más hechos.