Abdican los reyes, renuncian los papas y dimiten los políticos de los países más avanzados social, económica y democráticamente. El relevo de las generaciones resulta inapelable porque lo impone nuestra propia naturaleza humana. Es ley de vida. También en esta Casa hemos pasado por ese trance hace menos de dos meses. Aunque nos duele la irreparable pérdida de nuestro hasta ese momento editor y director, hemos cogido gustosos la antorcha que José Rodríguez ha dejado en nuestras manos y seguimos adelante pidiendo a Dios que nos dé fuerzas y entendimiento para continuar su obra. Una labor que él heredó a su vez de su tío Leoncio y que supo llevar adelante durante su larga vida con notable éxito.

"En la forja de ese futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que yo pertenezco", manifestó el lunes el Rey Juan Carlos en su discurso de abdicación. ¿Cuándo van a adoptar los políticos canarios esta misma actitud altruista? ¿Cuándo van a anteponer, como lo ha hecho el Monarca español, los intereses de la institución a la que sirven a sus conveniencias personales? Intereses institucionales que, en última instancia, son los del pueblo.

Comentábamos en nuestro editorial de ayer que la cúpula de Coalición Canaria ve indispensable una renovación. José Miguel Ruano habló en Radio EL DÍA de "personas que tengan la generosidad de dar un paso a un lado para que el proceso se lleve a cabo", en referencia directa al presidente del Gobierno de Canarias y de su partido, Paulino Rivero. "Se necesita abrir un proceso político de renovación en el que debe participar Rivero", añadió Ruano, diputado de CC en la Cámara regional.

No solo en CC es indispensable esa renovación. Podemos decir lo mismo del PP y del PSOE. Este último partido ha abierto un proceso de cambio en el ámbito estatal tras la enorme pérdida de votos sufrida en las elecciones europeas. Una autocrítica que todavía no ha hecho el PP, pese a que también tuvo una considerable pérdida de apoyo en esos comicios.

En EL DÍA llevamos mucho tiempo diciendo que es necesario dar paso a la gente nueva; a hombres y mujeres con las ideas claras y las manos limpias. Personas no corrompidas por el poder, que a la larga siempre actúa sobre los políticos como la herrumbre con los metales: los pudre hasta dejarlos inservibles. Por ello los países democráticos a los que nos referíamos al comienzo de estas líneas limitan la permanencia en los cargos más significativos. En Estados Unidos un presidente no puede serlo más de dos mandatos, con independencia de que haya realizado una buena labor. Cuanto más si su gestión política no ha sido buena.

Ayer conocíamos los datos del desempleo en España y en Canarias. El paro ha descendido en las Islas en 2.374 personas durante el mes de mayo. Actualmente hay en este Archipiélago 274.412 personas inscritas como demandantes de empleo. Las cifras de parados que periódicamente arroja la Encuesta de Población Activa son muy superiores. Por otra parte, Canarias ha perdido 1.465 cotizantes a la Seguridad Social durante el citado mes. Es decir, desciende el número de personas que oficialmente están paradas, pero al mismo tiempo se reduce el conjunto de afiliados a la Seguridad Social. Esto tiene una única explicación: muchos parados, con las prestaciones agotadas, ya no se molestan en inscribirse como demandantes de empleo porque no confían en encontrar un trabajo. Una situación distinta a la que se da en la Península, donde baja el número de parados y al mismo tiempo aumenta el de cotizantes a la Seguridad Social. Ese cruce de datos sí indica que en la Metrópoli se está creando empleo neto; en Canarias, todo lo contrario.

En este periódico por fin estamos teniendo la gran suerte de que algunos medios, habitualmente hostiles con nuestra línea editorial, cada vez se ocupen menos de nosotros. Nos alegramos porque a Canarias le irá bastante mejor si se habla más de los problemas de sus ciudadanos que de lo que hacemos en EL DÍA. A aquellos que siguen tratando de meternos el dedo en el ojo les decimos una vez más, con la esperanza de que por fin se enteren, que la defensa de Tenerife y de todas las islas es nuestra razón de ser. Jamás renunciaremos a ello, máxime -acabamos de verlo con las cifras del desempleo- porque seguimos sumidos en unas condiciones leoninas en comparación con España; el país en cuya capital se decide por nosotros sobre todo lo que nos concierne.