Me encanta Australia Navarro como política y como mujer. Como mujer porque es una de esas féminas incapaz de dejar indiferente a nadie. Espero que el Instituto de Igualdad y monsergas no me cuelgue el sambenito de machista irreverente e irredimible por decir esto, aunque todo podría ser. Y me gusta como política por su habilidad para aparecer en el momento más inesperado –ese instante en el que nadie la sospecha– y decir lo que más mortifica a sus adversarios políticos porque, además, lo que les afea es cierto.

Su último dardo ha sido calificar de absoluto fracaso la política del Gobierno de Canarias para conseguir la integración laboral de los cientos de miles –se dice pronto– de pobladores de estas Islas que ni tienen curro, ni albergan la menor esperanza de conseguirlo. Habla la singular Australia de consecuencias dramáticas originadas por las incompetencias de quienes nos gobiernan. ¿Dónde he leído la palabra incompetencia dedicada a nuestros políticos?

Las Matemáticas carecen de buena fama entre el piberío –ellas y ellos– obligado a asimilarlas. Paralelamente, los matemáticos son considerados seres esencialmente raros por lo muy desconectados que están de la realidad. Una pena porque una mínima dosis de razonamiento matemático ayudaría a comprender mejor no sólo los complicados teoremas que manejan esas mentes privilegiadas, ni sus tediosas demostraciones, sino algo tan sencillo –y a la vez tan imprescindible– como lo es la comprensión del mundo que nos rodea. Nada me apetece menos que justificar las obvias incompetencias de los políticos que gobiernan en Canarias, y no únicamente en Canarias, pero le agradecería a la señora Navarro una explicación más detallada de lo que puede hacer Paulino Rivero –o cualquiera– para conseguir de la noche a la mañana no ya esos 200.000 puestos de trabajo que necesitamos si aspiramos a reducir el desempleo a porcentajes aceptables, sino al menos la mitad de ese acuciante guarismo.

Esto es algo de lo que hemos hablado mucho tantas veces, que a estas alturas me pregunto si merece la pena reincidir sobre el asunto. Sin embargo, como los políticos porfían en este debate, vamos allá. Cifra Australia Navarro en más de mil el número de personas necesarias en cada isla para atender a enfermos y ancianos –ella no utiliza la palabra anciano; yo, sí– y que esta necesidad se está solventando, en parte, gracias a instituciones como los cabildos. Es verdad. Faltan muchos profesionales en muchas áreas. Personas, perfectamente cualificadas en sus respectivos campos que están brazo sobre brazo. ¿Por qué no las contrata la Administración, en este caso la autonómica? ¿Porque los políticos son ruines y perversos o porque no hay dinero? Supongo que si el déficit del Estado en su conjunto ha seguido creciendo durante la crisis –algo totalmente previsible–, hasta el punto de que la deuda pública roza el billón de euros –un millón de millones–, la respuesta a la pregunta planteada es obvia: no hay dinero.

Lo demás ha venido por añadidura. Ni cuatrocientos, ni doscientos ni cien mil empleos puede sacarlos un mago de su chistera, dicho sea sin segundas intenciones. Esas políticas de las que habla Navarro tendrían que haber comenzado hace mucho tiempo, pero no han hecho nada, o casi nada, ni CC, ni el PP –partido que preside Australia en Las Palmas– ni, por supuesto, el PSOE. Ya es un poco tarde para los milagros.

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