1.- Una vez quisieron hacerme hijo predilecto de mi pueblo, o entregarme la medalla de oro, que eran las dos alternativas, pero se opuso el PP, quebrantando su palabra. Y entonces yo pedí al alcalde que retirara su propuesta. Ni en los tiempos de , que es mi amigo, el alcalde me propuso que leyera el pregón de Santa Cruz, lo cual me habría gustado; ni tampoco me lo propusieron en la Laguna, donde viví siete años. Soy consciente de que el periodismo que hago da lectores a los periódicos, pero a los que están en el poder generalmente no les gusta. A unos porque me meto con ellos; a otros porque molestaría a la oposición y las monedas de cambio son las monedas de cambio. Así que me he quedado sin pregones de Santa Cruz y La Laguna, aunque sí he tenido el honor de pregonar otras fiestas: Puerto de la Cruz (dos veces), Los Realejos (dos veces), Guía de Isora, Guamasa, El Rosario, Arafo, Garachico (dos veces, San Roque y Tradiciones) y eso. O sea, que no debo quejarme.

2.- También sé que no van a poner mi nombre a una calle. Mi ilusión era que me dedicaran un callejón en el Puerto de la Cruz con mi nombre y, debajo, entre paréntesis, la leyenda de como siempre se llamó: Callejón Cagado. Está en La Ranilla, bajo el eufemístico nombre de Calle de la Verdad, fácilmente prescindible del nomenclátor, porque nadie dice una verdad. Es decir, que aquello rezaría Calle de Andrés Chaves (Antes, Callejón Cagado). Hubiera colmado todas mis esperanzas. Pero, no. El ayuntamiento parece que tampoco está por la labor de quitarse el tufo del callejero para añadir uno nuevo. Por lo que también me quedé sin calle en mi pueblo.

3.- Ahora que me ha llamado Sebastián Ledesma para hablar de futuro voy a proponerle, en un último intento, que me prometa que, si es alcalde, pondrá al Callejón Cagado mi nombre, aunque me da que Ledesma tampoco es muy aficionado a cumplir las promesas. Con la ilusión que me hace dirigir una carta a alguien poniendo mi nombre en la dirección y en el remite. Esto de la vanidad es muy puñetero, aunque a mí se me ha quitado bastante con los años y con las penurias, así que ahora disfruto más con las cosas sencillas y comiendo en las tascas de chochos y moscas manjares exquisitos. Ay.

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