El Sáhara occidental llegó muy tarde a la descolonización de hace cuarenta años. Ya entonces era el último de los territorios del Magreb que iba acceder a ella. Marruecos obtuvo la independencia en 1956; Mauritania, en 1960; Argelia en 1962, y el Sáhara la tenía prevista para 1976. El Frente Polisario se funda en 1973 y lo que podría considerarse su antecedente o embrión, el partido de Basari, es tan solo de 1969. Ernst Gellner concluiría con una evidencia: realmente no hay deseos de emancipación en ese territorio, ni elites ni grupos interesados en su independencia. Se puede documentar pues, que la población del Sáhara vive de espaldas al proceso histórico regional en que se halla inmerso. Quien sí lleva desde 1960, tras la resolución 1415 de Naciones Unidas, pidiendo año tras año la descolonización, es Marruecos.

Sería muy complicado adentrarnos en el significado que pueda tener para una población nómada y pastoril, la idea europea de nación con la fijeza de fronteras naturales y procesos económicos nuevos y advenimiento de nuevas clases sociales. Si hay una idea de nación en ese orbe es la árabe. Hasta El Uali, mítico dirigente del Polisario, hablaba de liberar el Magreb. De parecida dificultad es construir la idea romántica de pueblo sobre una población con estructuras tribales muy vivas hasta hoy mismo. Una de las dos resoluciones del 10 de diciembre de 1975 de la Asamblea General, así como la resolución de ese mismo año del Tribunal Internacional de Justicia se refieren a un sujeto plural ("poblaciones del Sáhara") como sujeto del derecho a la autodeterminación. ¿Las tribus?

En 1958, el Sáhara está casi a punto de lograr la independencia por sus propios medios, pero dentro de la reintegración territorial de Marruecos, de la mano del Frente de Liberación del Sur o Yeich Tahrir, en el que combaten muchos saharauis y que no se ha integrado en las FF AA marroquíes. Si el Frente hubiera concentrado todos sus recursos, empleados en Sidi-Ifni, en liberar la colonia, hoy no hablaríamos del Sáhara. Sólo la operación Ecouvillon, con la decisiva implicación militar francesa, impidió que los españoles ya acuartelados en la costa salieran del territorio, luego de importantes reveses militares.

En África, ya no existe debate alguno sobre la descolonización, toda vez que esa etapa histórica, surgida al término de la II Guerra Mundial, para poner fin al colonialismo europeo, quedó clausurada. Ahora lo que se discute y analiza es el avance de los estados fallidos. Esa es ahora la plaga, otra realidad histórica con otros problemas. Un nuevo eje de coordenadas que margina y pasa por alto antiguas problemáticas históricas para abordar la realidad actual de toda la región. Han desaparecido todos los viejos actores, condiciones y el férreo marco que los acogía: no existen los bloques, ni la URSS, ni los países no alineados. Buena parte de la cuenca mediterránea africana ha ardido hace unos años, el Sahel (hasta la geografía política se ha trasmutado radicalmente) representa un contexto muy distinto, político, militar, de seguridad internacional, con una confabulación inédita de factores e intereses: se entreveran fanatismo religioso y terrorismo, cuestiones étnicas, contrabando de todo tipo y narcotráfico; ya nadie sueña con Cuba, Yugoslavia o Argelia, ni tiene con quien alinearse. El mundo es realmente contingente y la historia más azarosa.

La vieja ruta que siguieron los antecesores de los saharauis, las tribus hassan desde el Yemen al Magreb, es un eje de inestabilidad, sin ley, donde otras fuerzas beligerantes asolan aquella ruta y las que en ella confluían.

La historia ha situado al Sáhara soldado en Marruecos, que es donde estaba.