Hoy voy a escribir sobre un personaje hasta cierto modo desconocido, por la notoriedad de su hermano, Benito Pérez Galdos. Me estoy refiriendo a Ignacio Pérez Galdos, que, como veremos, fue capitán general de Canarias. Nació en Las Palmas de G.C. el 5 de julio de 1835, hijo del teniente coronel graduado del Ejercito D. Sebastián Pérez Macías, que había combatido en la Guerra de la Independencia y estuvo presente en el sitio de Cádiz durante la misma. Su madre fue Dña. María de los Dolores Galdós, natural de Las Palmas, profundamente religiosa, lo que intento inculcar a sus hijos.

D. Ignacio comienza su vida militar a los 19 años como subteniente en el Batallón Provincial de Las Palmas nº 4 de las Milicias Canarias. Realiza su ingreso en la Escuela de Estado Mayor en septiembre de 1858, finalizando sus estudios en 1862 y ascendido a teniente de Estado Mayor. En los primeros empleos hasta comandante permanece en el Cuerpo de Estado Mayor. Trasladado a Cuba en 1869, en 1870, en octubre, fue herido gravemente en Las Breñas, siendo felicitado y ascendido a teniente coronel, por méritos de guerra. Combatiente en numerosas ocasiones, dejó bien patente su valor. Alternó destinos de Estado Mayor, con mando de unidades y acciones de combate.

Poseedor de numerosas condecoraciones, era un oficial muy polifacético y completo; todo lo hacia bien según sus superiores. Mandó incluso, siendo oficial de Infantería, compañías de ingenieros con las que abrió caminos, construyó puentes y líneas de ferrocarriles, practicando igualmente numerosas reconocimientos. El brigadier comandante general de la Primera División, en un informe al capitán general, hace de él elogiosos informes, destacando su valor, su diligencia y sus deseos de ser empleado en las acciones de mayor riesgo y fatiga, demostrando al mismo tiempo una gran actividad en los estudios y trabajos que se le encomiendan.

Por estas fechas, se casó en Santiago de Cuba con Dña. Caridad de Ciria, hija del marqués de Villaitre. Por haber superado el tiempo de permanencia en ultramar, en contra de su voluntad, regresa a España el 5 de julio de 1875. El 26 de agosto se le concedió el empleo de comandante de Estado Mayor, siendo destinado a la Capitanía General de Navarra. El 18 de mayo de 1876 se le destina a Canarias, siendo ascendido a teniente coronel de Estado Mayor. Su carácter inquieto y valeroso le hace solicitar de nuevo, en 1878, el Ejército de Operaciones en Cuba, donde se incorpora ya de coronel de Estado Mayor, nombrándole jefe de media brigada de la 2ª División de la Comandancia General de Holguín y Las Tunas. En 1878 asciende a brigadier y manda la Brigada de Las Tunas. El 18 de agosto, después de brillantes servicios y por motivos familiares, regresa a Canarias, fijando su residencia en Las Palmas, dando por terminada su brillante carrera operativa.

El 12 de mayo de 1879, es nombrado gobernador militar de Santander, hasta que en 1881, de nuevo por motivos familiares, regresa a Canarias. El 5 de abril de 1882 se le nombra gobernador militar de Gran Canaria, donde permaneció hasta 1891, desarrollando su cometido a plena satisfacción del capitán general Valeriano Weiler, que lo propone para una recompensa. El 22 de mayo de 1891, en consideración de sus numerosos servicios y circunstancias, se produce su ascenso a general de división y se le nombra gobernador militar de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, siendo nombrado, al mismo tiempo, segundo jefe de la Capitanía General, donde permaneció hasta el 28 de septiembre de 1898, fecha en que es promovido a teniente general, siendo nombrado el 19 de abril de 1900 capitán general de Canarias. Era una época complicada: se acababan de perder los territorios de ultramar, las tropas escaseaban y era preciso fortificar las Islas, a lo que se dedicó con prontitud. Si bien demostrando siempre gran prudencia, equilibrio y delicadeza, siendo respetado y apreciado por todos, no pudo evitar las consecuencias del pleito insular y el enfrentamiento entre un oficial y un paisano, muriendo este último, lo que le costó, injustamente, una suspensión temporal de su mando hasta 1903, en que es recibido en Santa Cruz con grandes muestras de alegría por la población. Era un hombre sencillo, amante de su tierra, con un justo concepto de sus deberes, conducta privada sin mácula y trato social intachable. Como buen militar patriota y valeroso, recibió un gran número de condecoraciones y recompensas. Murió el 27 de noviembre de 1905. El Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, en su recuerdo y como ejemplo a seguir, solicito la creación de la Cátedra Cultural de su nombre en Las Palmas de G.C, actualmente en funcionamiento.