"Es un temperamento lírico, un contemplativo"

Empujado por don Francisco Umbral (en el mejor sentido de la palabra, se entiende), me he decidido, así, por las buenas, entrar en un nuevo libro de Azorín que no había leído. No crean ustedes que se trata de "Los pueblos", del que muchos opinan que es un punto y aparte en la obra de don José Martínez Ruiz. Me he decantado por "Cada cosa en su sitio", en el que se pone de manifiesto su clásico estilo, tantas veces admirado, alabado y ofrecido como ejemplo para casi mitificar al autor. Debo aclarar que cité hace un momento a Umbral porque don Francisco, en las obras suyas que conozco, habla una y otra vez de Azorín y no precisamente para bien. Y, lo que son las cosas, yo encuentro en la prosa de Umbral un indisimulado afán de imitar la prosa de don José. Cosas que se le ocurren a uno. A lo mejor he visto gigantes donde solo ha habido molinos.

Acarado este asunto -eso, al menos, creo yo- paso a la opinión que sobre el estilo azoriniano nos ha dejado el catedrático don José García López (Editorial Vicens-Vives, 1975). Dice, por ejemplo, el señor García López: , "Percibe el valor emotivo y poético de las cosas", "Su atención se dirige hacia lo minúsculo", "Un suave temblor lírico y una delicada emoción...".

Cualquier lector se da cuenta de que el señor Azorín no utilizaba frases largas, sino oraciones sumamente cortas. Pero hay otros detalles que a mí me han llamado poderosamente la atención. Solo llevo leídas 30 páginas del libro y ya me he tropezado con estas palabras: atajamiento, cornijal, propincua, atropamiento, vitela, gulusmear, trasuntos, machinales, reconcomio, fosca, nocividades, desmedros, cachicán, placientes, tevelión, acervar y aparvar. Cierto es que algunas de estas palabras yo las conocía. Pero un noventa por ciento de ellas me ha obligado a utilizar los diccionarios. Y hay otras tres palabras que cito, no por desconocimiento sino porque yo siempre las dije o las escribí de otro modo: conversable, congojosa y catalejo.

Nunca he empleado la voz conversable, sino conversador. Pero me dicen que las dos son correctas. Amén. En el DRAE se justifica que la voz congojosa signifique persona afligida o angustiada. Así que tiene razón el señor Azorín. Yo diría acongojada en lugar de congojosa, pero.... Los señores académicos afirman que se trata de un invento mío. Existen los vocablos acongojadamente, acongojador, acongojar... pero no acongojado. Los motivos no los sé. Aunque la cosa me resulta un tanto extraña.

Me falta la palabra catalejo. Siempre prensé que se decía catalejos, voz compuesta por un verbo y un adverbio. El verbo catar hace referencia a probar, gustar, ver mirar, buscar... Pero la palabra lejo no existe; sí existe, en cambio, el adverbio de lugar o de tiempo, lejos: "Juan vive lejos", "La voz me llega desde muy lejos", " No me hables de eso: está muy lejos en el tiempo".

Esto que me ocurre ahora no es nuevo. Ya me pasó con la palabreja microcosmo porque yo siempre escribí, dije y entendí tal palabra con la ese final. Por suerte para mí, aunque en el DRAE se admiten las dos, en el Panhispánico se lee de la palabra cosmo lo que sigue: "Como palabra independiente no es válida la palabra cosmo. Tampoco debe perder la ese final cuando se le añaden los prefijos macro y micro". Esto lo dice el Panhispánico y a mí me parece muy requetebién. Pero, Santo Dios, ¿por qué no ocurre lo mismo con catalejos? ¿No creen ustedes que estamos, sin motivo alguno, ante dos varas de medir?

Soy el primero en reconocer que, de estas cosas, no tiene ni pizca de culpa el señor Azorín, que en gloria esté. La culpa la tienen otros. Pero no los conozco.